Entrevista | Thomas Dworzak Fotoperiodista en conflictos bélicos

«Ahora hay muchas más fotos pero que la gente cree menos»

Junto a la comisaria de arte de la flamante exposición, Dumia Medina, y el diputado delegado de Cultura, Manuel López Mestanza, inauguró ayer la exposición ‘Magnum. Hojas de contacto’, que se puede visitar en el Centro Cultural de La Malagueta

Dworzak aborda cuestiones como la digitalización de la fotografía, la falta de dedicación o la razón que lleva a cubrir un conflicto bélico

Thomas Dworzak, fotoperiodista especializado en guerra de la agencia Magnum, en la exposición ‘Magnum. Hojas de contacto’.

Thomas Dworzak, fotoperiodista especializado en guerra de la agencia Magnum, en la exposición ‘Magnum. Hojas de contacto’. / Álex Zea

Roberto Montero Parada

«Detrás de una gran imagen existe un limbo de fotografías fallidas que nunca vieron la luz. Estas capturas quedan recogidas en las hojas de contacto, la primera impresión de los negativos». Así explicó la comisaria de arte Dumia Medina ‘Magnum. Hojas de contacto’, la recién presentada crónica visual en el Centro Cultual de La Malagueta, que aguantará hasta el 27 de marzo del año que viene.

Esta muestra de 150 obras, acompañadas por sus correspondientes hojas de contacto, pasa por muchos de los eventos y personalidades que han marcado el presente desde comienzos del siglo XX: la salida del Dalái Lama hacia la India, la caída de las torres gemelas, la guerra de Vietnam, Margaret Thatcher, Dalí, Malcom X, etc. Los apuntes, fotografías erradas e indicaciones íntimas no destinadas, en un principio, a ser mostradas al público pertenecen a 65 de los fotoperiodistas más importantes en la historia de la agencia Magnum, tales como Robert Capa, Henri Cartier-Bresson, Cristina García Rodero o el propio Thomas Dworzak.

¿Qué valor le dan a las hojas de contacto como un documento de trabajo en el proceso creativo de un fotoperiodista?

Yo pienso que es algo bastante íntimo, es un poco el alma del proceso. También es un poco la competición, cuántos fotógrafos son más eficaces que otros. A mí me interesa menos, y sinceramente me da igual pero sí, ahí se ve el proceso. Pienso que ahora se habla mucho de fotografías falsas o construidas, con la hoja de contacto es muy fácil. Es muy claro ver de dónde viene la foto y hacia dónde va. Ahora está el proceso digital, que es un problema, pienso que estéticamente no es tan interesante. ¿Qué voy a hacer? ¿Poner 6 millones de fotos en un muro?

¿Qué opinión le merece el hecho de que ahora se puedan crear fotografías a partir de las inteligencias artificiales?

Ahora es un poco la moda, es el problema más reciente que tenemos. Hay un problema de seductividad. Todo el mundo quiere fotos más guapas y más fuertes. Esta es otra cosa contra la profesión de los fotógrafos, pero bueno es algo con lo que tenemos que luchar. Es nuestro trabajo demostrar que somos justos, que no hacemos falsificaciones. Con esta técnica que se inventó el noviembre pasado -apareciendo de pronto- yo pienso que hay verdaderamente un problema de gusto, porque es más fácil sacar una foto con el teléfono que con la cámara, son mucho más bonitas, coloridas, cristalinas... Hemos cambiado la manera en como nosotros todos, fotógrafos y no fotografos, miramos las fotografías, ahora esperamos más. Y el mundo no es así. El mundo es bastante feo.

Thomas, usted que es un gran fotoperiodista de conflictos bélicos, ¿cree que el número o la calidad del fotoperiodismo de guerra está descendiendo actualmente?

No hay ningún fotógrafo extranjero pero sí hay muchos fotógrafos locales que son profesionales. Y pienso que estamos en un nivel de actualidad muy bien informados visualmente -se traba y piensa la respuesta-. No hay autores que cuenten verdaderas historias, hay tanta información y conflictos que la gente no cree más. Yo pienso que hay muchas fotos, pero la gente cree menos. Ha llegado un cambio en la manera en la que los jóvenes consumen la fotografía, por ejemplo a través de Instagram, que ya sólo se creen los vídeos, porque piensan que las fotos pueden ser falsificadas.

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Cuando alguna vez hablé con otros periodistas conocidos por cubrir conflictos de guerra, como David Jiménez o Emilio Morenatti, les pregunté por los consejos que les dedicaban a los jóvenes obsesionados con ir a eventos bélicos. Dijeron que no fueran, y si no, que se formaran primero. ¿Qué opina de esto?

Mira, yo pienso que ha habido un poco de cambio. Antes, cuando yo empezaba, era algo para locos un poco. Muy mal visto, no había prestigio, malsano. Después del 11 de septiembre, el periodismo de guerra era algo súper ‘cool’, se han hecho películas, series, de todo. A veces pienso que ahora quieren cosas pragmáticas: ir a una guerra para dos semanas, sacar algunas fotos y hacer algo. Pero no, creo que hay menos dedicación porque hay menos implicación. Ahora hay tantas posibilidades... Cuesta mucho menos dinero. Cuesta muchísimo ir a Ucrania con un traductor y todo esto, pero no cuesta nada vivir en Ucrania. Puedes vivir y buscarte una historia, aprender un idioma. La enorme diferencia es que a mí cada click de mi cámara, cada vez que pulsaba el botón para hacer una fotografía, me costaba 60 céntimos. Ese era el precio, aprendías a ser económico. Mira, yo en toda mi vida me hice una foto con mis amigos, siempre las destinaba a mi trabajo.

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