Roban sus medallas de oro logradas en Barcelona 92 mientras asisten a un funeral en Vigo

"Estoy muy triste por todo y siento mucha impotencia". Fue lo primero que acertó a decir José Brasa Sanjurjo nada más responder a la llamada telefónica de FARO, del grupo Prensa Ibérica. El que fuera seleccionador de hockey sobre hierba del combinado nacional femenino en Barcelona 92, medalla de oro en aquellos Juegos Olímpicos, no solo dijo adiós a su madre, que fallecía el pasado viernes en Vigo. Unos ladrones aprovecharon el viaje familiar a la urbe olívca desde Pozuelo de Alarcón, donde residen, para asaltar su casa y hacerse con un botín en el que estaban las réplicas de las dos medallas de oro olímpicas -la suya y la de su mujer, Virginia Ramírez, jugadora de la laureada selección.

Descendientes del insigne Antonio Sanjurjo Badía, la progenitora de Brasa era la última nieta con vida del ingeniero e inventor del submarino conservado en el Museo do Mar. Su ilusión era llegar a los cien años, pero María Jesús Sanjurjo se quedó a tres meses de cumplir ese deseo. Al enterarse de la noticia, su hijo cogió el primer vuelo desde Bruselas -donde entrena a un equipo de hockey masculino- para, vía Madrid, viajar a Vigo con Virginia Ramírez y darle el último adiós a su madre.

Era muy mayor y estaba muy debilitada, pero afortunadamente nunca estuvo enferma y murió dormida en su cama", comenta relativamente aliviado su hijo, de 72 años cuya residencia familiar está en Madrid. "Yo nací en Vigo, viví en la calle Canceleiro hasta los 5 años, cuando falleció mi padre. Después mi madre quiso dejar esa casa y nos trasladamos al número 123 de la calle García Barbón", recuerda Brasa con nostalgia.

El entrenador de hockey se quedaba hasta este martes en la urbe olívica, pero su mujer decidió regresar a la capital, el pasado domingo en el último vuelo desde Peinador, para volver a su trabajo en el Comité Olímpico Español. Cuando llegó a su casa de Pozuelo de Alarcón se encontró con las mallas de acero de las verjas rotas, la entrada de la casa y sus ventanas abiertas, todos los cajones revueltos y el inmueble totalmente destartalado. Habían asaltado su vivienda. Ésta había permanecido sin sus moradores poco más de 24 horas, ya que el hijo del entrenador y la exjugadora, Guillermo, había viajado a Galicia en tren el sábado por la tarde.

"Robaron cosas que da mucha pena perder y que a los ladrones tampoco les vale de mucho. Son ganas de destrozar y de fastidiar sin motivo"

"Se llevaron las réplicas de las medallas de oro que nos dieron a Virginia y a mí, además de un montón de insignias y medallas de mérito que me concedieron a lo largo de mi carrera en Galicia, Andalucía, en mi primer club de hockey, en la Federación... En definitiva, cosas que da mucha pena perder y que a los ladrones tampoco les vale de mucho. Es que solo fueron a por el oro, no se llevaron ni portátiles ni objetos grandes. Son ganas de destrozar y de fastidiar sin motivo", se lamenta José.

"Nos duele por el valor sentimental"

Matiza que todo estaba asegurado, "pero el valor económico en este caso carece de importancia; nos duele por el valor sentimental". La Policía Científica ha estado este martes en la residencia asaltada y ha concluído que se trataría de ladrones profesionales, que han usado guantes en todo momento, y no han dejado huellas. Fueron directos hacia las cosas de valor que pudieran vender o fundir. Los cables de la valla fueron cortados con unos alicates, y entraron forzando la ventana de la habitación de Guillermo, el hijo del matrimonio.

La medalla original de Virginia, a salvo

La única buena noticia de estas últimas horas amargas que han vivido los Brasa Ramírez es que los amigos de lo ajeno no pudieron llevarse la medalla que se colgó Virginia en aquella ceremonia de entrega cuando toda la selección nacional se subió al primer cajón del podio. "Esa es la original, que sólo se las dan a las jugadoras, y la teníamos anclada a la pared con una seguridad muy difícil de vencer, protegida con un cristal y unas llaves para su sistema de anclaje".

El laureado matrimonio ya da por perdidas sus preseas, réplicas de oro exactas de las originales, que también tienen la parte central puro 100% de este metal.