Los restaurantes de los hoteles eran esos lugares que se visitaban, si se daba el caso, durante la estancia y sólo para el desayuno. Y, ni que decir tiene que, si no te alojas en él, no se te pasaba por mente pisar tan siquiera su cafetería. Es sólo para clientes. Una regla no escrita pero que hemos cumplido religiosamente. Sin embargo, cuando se lograba atravesar esa barrera invisible a menudo se encontraba una carta con propuestas caras, alejadas de la actualidad gastronómica y, en ocasiones, carentes de la calidad que sí reflejaban otros servicios del hotel. Sin embargo, esta pauta se ha roto. Esa disrupción llegó primero de la mano de las terrazas que comenzaron a usarse de forma pública y ahora toca el turno a los restaurantes. Actualmente, la tendencia es crear locales diseñados para atraer a los huéspedes y abiertos al disfrute del residente. Menús ejecutivos, eventos y puertas bien diferenciadas de la recepción del hotel han creado la cultura del hotel gastronómico que en Málaga ha calado generando propuestas de cocina saludable, kilómetro cero, internacional o incluso con estrellas Michelin.

Uno de los primeros en utilizar dicho concepto en la capital fue el hotel Málaga Premium***, del Grupo Premium. Un hotel con poco más de un año de vida cuya visión tenía claros tintes culinarios. Este hotel está diseñado expresamente para atraer al residente. Su cafetería, Bendito, está a pie de calle y con grandes cristaleras que invitan a pasar para degustar desayunos, menús ejecutivos y su barra de sushi. Un concepto muy de la street food de Londres o Barcelona. En la primera planta se encuentra Yubá con una oferta gastronómica de propuestas internacionales y creativas. A los mandos, el chef ejecutivo Mario Rosado. Él diseña las cartas y en el última encontramos una lasaña coreana de vaca vieja, tuétano asado y bechamel de cabra o un salmón micuit con cremoso de arroz venere. Platos africanos, vietnamitas o japoneses conforman sus propuestas. Otro ejemplo de innovación es que el servicio de habitaciones se basa exclusivamente en sushi recién hecho. El ticket medio es de 35 euros.

Otra cadena hotelera que ha apostado fuerte por la gastronomía es el Grupo Gallery. Sus tres hoteles tienen conceptos muy diferentes. En Málaga en el hotel Molina Larios**** han creado un restaurante moderno y acogedor. Matiz abrió sus puertas a principios de verano de la mano del chef Marcos Granados quien juega con las texturas, los puntos de cocción y los tiempos de maduración, para crear un universo de matices gastronómicos materializados en una carta de base tradicional, mediterránea, fresca y actual. Otra forma que tiene este hotel de abrir su local a sus huéspedes es ofreciendo una copa de bienvenida en el propio restaurante. Excusa perfecta para que echen el ojo a la ensaladilla rusa con centollo, los canelones de chivo malagueño, su jugo trufado y portobello a la parrilla o el sashimi de salmonete con aliño moruno. El precio medio es de 35€. También disponen de una terraza rebautizada como The Top donde hay tapas y coctelería con vistas al puerto. Un buen plan para una noche de verano.

Kirei Valeria es otra buena opción para los amantes de la cocina japo. Su local se encuentra en el hotel Room Mate Valeria****, también en el centro. Su apuesta viene refrendada por el archiconocido y galardonado Grupo Kabuki, quien creó la línea Kirei, el hermano pequeño, para abrirse a un público más amplio. Misma materia prima pero más económico con un ticket medio desde 30€. Los fogones están pilotados por el chef Germán Contreras quien elabora los clásicos de la casa: nigiri de huevo de codorniz con paté de trufa blanca; futomaki de pato o baos de carrillera de ternera, cangrejo, langostinos o cordero. La vieira usuzukuri con sal de chorizo y sal negra hawaiana, triunfa. Eso sí, el sushi es el mismo que se hace en Kabuki. Además, también sirven para llevar.

Fuera de la capital, en la Axarquía hay un hotel de tradición muy arraigada a la gastronomía desde sus comienzos, hace 15 años. La Viñuela****, del Grupo B bou, es un referente en la zona. La oferta es axárquica, malagueña y andaluza. La misma para los tres hoteles del grupo. La apuesta son los productos de kilómetro cero. El paté de chivo o ´foie axárquico´, clásico de la casa, es un buen ejemplo. El chef ejecutivo del grupo, Manuel Ramos hace dos cambios de carta al año: primavera-verano y otoño-invierno. Le gusta los productos de temporada. Tartar y croquetas de salchichón de Málaga, tomate de Vélez, y el gazpacho con virutas de ibérico y helado de AOVE, nunca fallan. Además, han creado una bodega de vinos de la Axarquía y Ronda. Y a los huéspedes, la bienvenida en las habitaciones es con lavanda y romero del huerto. El detalle especial: torta de Algarrobo, pasas e higos de la comarca.

Por su parte, el hotel Holiday World de Benalmádena creó en 2010 una cocina fresca e innovadora y con un claro sabor de Málaga. Gazpachuelo y ajo blanco malagueños, chuletitas de cordero lechal de la Axarquía, y productos de la zona como queso payoyo, miel de caña de Frigiliana, almendras o vino Pedro Ximénez están muy presentes en las elaboraciones del restaurante. Ticket medio 45€.

Gastronomía cinco estrellas

Kempinski Hotel Bahía*****GL de Estepona reabrió sus puertas en marzo con los nuevos establecimientos de gastronomía bajo el concepto de restauración El Paseo Del Mar.Locales diseñados para huéspedes y residentes y compuesto por Black Rose The Bar, Spíler Beach Club y Baltazár Bar & Grill. Éste último es un restaurante ubicado junto a la piscina con un asador para carnes y pescados. Cuenta con un horno tandoori que usan para hacer pan casero que acompaña el pollo y el rib eye con mantequilla de chalota y oporto. También destaca su versión de langostinos al pil pil con chili y el ceviche de lubina. La crema catalana con piñones tostados, naranja caramelizada y almendras es la terminación dulce más relevante de este restaurante.

A las faldas del Torcal se encuentra el imponente hotel Convento La Magdalena***** del Grupo Antequera Golf. Se trata de un histórico edificio del s. XVI restaurado por completo y con una gastronomía basada en productos de cercanía con poca técnica para respetarlos. La cocina al vacío es la mejor aliada del chef ejecutivo del grupo, David Muñoz. El carabinero asado sobre arroz cremoso de boletus y polvo de queso payoyo, el chivo lechal malagueño a la pastoril o el tartar de atún rojo con aguacate de la Axarquía y anacardos son algunas de sus mejores creaciones. Además, el grupo tiene un restaurante en el campo de golf tipo asador especializado en arroces al horno de leña. Cinco caldosos y cinco secos. El comensal también puede optar por el cochinillo, lechazo o vaca madurada. La cuenta, unos 45€.

Pero comer sano y nutritivo cobra otra dimensión en el exclusivo hotel Villa Padierna Thermas***** GL, de Carratraca. Único en Europa por sus aguas medicinales. Desde febrero su restaurante se abre los fines de semana para los residentes y turistas de la zona. Andrés Ruiz, el chef, es un virtuoso ya que logra diseñar menús apetitosos para los huéspedes según las indicaciones personalizas de una doctora y una nutricionista. Listón que no baja en la carta de fin de semana. Aquí todo es orgánico, bajo en calorías y sin tóxicos, pero muy muy sabroso como la corvina con chutney de tomate y verduritas de temporada, el meloso de ternera a la rondeña con boniato asado o el brownie vegano sobre lasi de mango, cardamomo y espuma de coco y piña. La carta varía a diario y el precio medio del menú abierto al público es de 35€. Merece la pena darse un festín saludable.