Enrique Ponce se ha proclamado triunfador del último festejo a pie de la Feria de Málaga, tras cortarle las dos orejas a un toro de Juan Pedro Domecq. También paseó un trofeo el joven David Galván, que sustituía a José María Manzanares. Finito de Córdoba, que entraba en el cartel por el herido Jiménez Fortes, tuvo una actuación desigual.

Enrique Ponce ha cortado esta tarde dos orejas de un toro de Juan Pedro Domecq y ha abierto la Puerta Grande 'Manolo Segura' de la plaza de toros de La Malagueta. Fue del cuarto de la tarde, un toro de gran nobleza que le permitió desarrollar una faena variada. Comenzó su labor con la muleta a media altura, para ir poco a poco exigiéndole más y de este modo poder sacar series lucidas por ambos pitones entre las que fueron especialmente ovacionadas las poncinas finales así como un cambio de manos de gran elegancia.

También brilló con el capote en el primero de su lote, aunque el animal no llegó a la muleta en condiciones de lucimiento. El valenciano lo cuidó de inicio, aunque el trasteo no pasó de estético al carecer de emoción.

Otra oreja paseó David Galván al primero de su lote, un toro que había hecho cosas feas de salida, y por el que apostó con la muleta. Así, plantó las zapatillas en el albero y se lo pasó por alto por los dos pitones sin enmendarse. Sin perder tiempo, se fue a los medios y prosiguió mostrando su disposición a pesar de que no había materia prima. El público valoró su predisposición, destacando una tanda final de manoletinas de perfil. Tras estocada trasera y descabello paseó una oreja que deberá rentabilizar en el futuro.

No pudo completar una tarde importante en el que cerraba plaza, un burel de nula calidad que solo tenía medias embestidas y ante el que las posibilidades de lucimiento fueron nulas. No obstante, volvió a mostrar su disposición por triunfar, prolongando en demasía, y marchándose de La Malagueta en medio de una ovación.

Quien se fue de vacío fue Finito de Córdoba. También pudo haber tocado pelo del segundo de su lote, otro toro manejable ante el que se lució con las verónicas de salida. Luego, ya con la muleta, desarrolló una faena que fue a más en la que hubo pasajes de mucho gusto por los dos pitones. El mal uso de los aceros le impidió tener premio. Antes, en su primero se mostró muy desdibujado. En animal, muy rajado, no le permitió estar a gusto en ningún momento y por eso optó por abreviar. Su indecisión al ejecutar la suerte suprema fue afeada por el público.