Requisitos para hacer una película cuqui:

1. Eres diferente, y lo sabes. Por eso tu personaje protagonista debe ir con trencitas y llevar vestidos como de niña y, por supuesto, calcetines de colores. Colores, muchos colores, siempre, que no se diga que los raretes no sois divertidos.

2. Como diría Pablo Iglesias: «Tu ataque es nuestra sonrisa». Los personajes serán unos desgraciados pero, al menos, son gente guay, de ésa que sabe convertir en algo especial cualquier lugar, hasta una pizzería con el comedor en una acera. ¡Si es que la magia está en las pequeñas cositas!

3. La banda sonora es fundamental: rasca-rasca de guitarra acústica, con pespuntes de piano de juguete y xilófono (el ukelele ya está muy visto) y canciones en inglés. Y, por supuesto, mucho dubidú.

4. Referencias culturales nostálgico-fetichistas: un póster de un icono de culto y kitsch tipo Vicky Larraz -consejo: ¡llámala para que haga un cameo!- y cintas de cassette. Los de Yo fui a EGB se han forrado con eso, pero tú lo vas a hacer bien, sin prostituir el recuerdo de toda una generación. Como contrapeso (¡que luego te acusan de popular!), al final, en los créditos, un himno de ésos que gustan también a los sibaritas: ¿será caro licenciar Viaje a los sueños polares, de Family? Es que La Casa Azul ya están muy vistos...

5. Diálogos punzantes (Diablo Cody se pasa de lista; tú eres más cercana al espectador) y con ese puntito de extravagancia tan molón que revelen que tú, y sólo tú, te fija en cositas chiquititas pero definitivas cómo la forma en que comprar correctamente una bombilla para una lámpara en el Ikea. Pespuntea todo eso con unos efectos de posproducción con dibujitos, que siempre dinamizan el asunto y le dan el toquecito pop.

6. Recuerda: aunque esto vaya de sonrisas, también hay que meter cositas así como intensas, un poco durillas, porque lamentablemente la vida es así. Pero no te preocupes si te pasas: luego metes una escena de coaching con unos globitos para expulsar tu carga emocional y, vamos, la psicóloga del Sálvame lo flipa.

7. Y luego llega la escena emocionante, romántica: cópiala de Amèlie; total, a estas alturas, ya es un clásico.