Llega a la competición con ventaja, porque usted tiene una Biznaga en casa.

Sí, es verdad. Ya tengo la mía.

Seguro que ya habrá alguno intentando hacer una reserva para pasar unos días en el resort nudista Las Marinas de Marbella.

¡Ja, ja, ja! Pues no lo van a encontrar. Es un poco de Puente Romano, de Marbella Club, un poquito de aquí y otro poquito de allá.

¿Cómo ha sido rodar en la Costa del Sol?

Muy bien. Es cierto que la película está localizada en Marbella, pero hemos rodado más en Sotogrande. Hemos tomado los lugares más icónicos de Marbella, pero era más fácil rodar en Sotogrande. También hemos rodado otras cosas en Sevilla.

¿Quería hacer una película sobre cómo afrontamos la muerte?

Cuando empecé a escribirla, hace algunos años, quería hacer una película con la estructura del duelo. Y así empezaron los primeros apuntes sobre un personaje que atraviesa los distintos estados del duelo. Y creo que se ha mantenido.

¿Cree que vivimos de espaldas a la muerte, cuando es la única certeza que nos otorga la vida?

Bueno, o lo contrario. La tenemos tan presente y es tan cotididana en casos de guerra o en las que vemos en las pateras que de alguna manera nos enfrentamos a ella como si fuera algo irreal.

¿Considera que no estamos educados para gestionar ese dolor?

Sobre todo la pérdida. El dolor dura lo que dura, pero la pérdida, el duelo, dura muchísimo.

La historia también profundiza en una relación de pareja que guarda muchos secretos. ¿Cree que nunca se termina de conocer del todo a la otra persona?

Sí, claramente creo que nunca llegamos a conocer a la persona que tenemos al lado. Y también opino que una persona en un entorno es de una manera y en otro entorno puede ser otra muy distinta.

¿Aunque pasen años entre la idea y la materialización del proyecto, merece la pena seguir haciendo películas?

A mí me merece la pena, aunque cada vez resulta un esfuerzo más complejo. La industria se está moviendo en una imprevisibilidad que hace difícil que salgan proyectos. Tenemos un cine comercial de calidad, que se defiende bien y logra una buena cuota de pantalla, y después tenemos el cine de autor que se está convirtiendo cada vez en más pequeño. Las películas pequeñas están perdiendo presencia en los festivales, en los que entran cintas igual de artísticas que las tuyas pero con un presupuesto de cuatro millones de euros. España era un buen exportador de cine de autor y ahora no tiene ninguna relevancia. Ahora estamos entrando en una nueva fase, gracias a las plataformas digitales, que parece que alumbra un nuevo paradigma. Las vías de financiación se han abierto y ahora hay más empresas que compran películas. El mercado se ha ampliado y eso está haciendo que el proceso sea menos difícil.

A Spielberg no le agrada que Netflix meta las narices en los cines y hay otros que abrazan con entusiasmo su llegada. ¿En qué lado se posiciona?

Es un debate complejo. Entiendo lo que dice Spielberg, pero también entiendo que él crea un paradigma al que adherirse. Para mí, lo ideal es que el cine se vea en los cines. Pero es cierto que tampoco es tanto el cine que se ve en salas. Mis películas hacen ciento y pico mil espectadores y en el primer pase en una televisión alcanzan 600.000. Y en ventas internacionales, la mayoría de las veces no estrenas en cine sino directamente en la televisión. Claro que Spielberg cuando hace una película la estrena en cine, pero el resto de mortales no lo vamos a notar. A Netflix se le abraza porque es el que más dinero ha gastado, con lo que ha revitalizado la industria.