En una conferencia que la profesora María Elvira Roca (El Borge, 1966) impartió en Madrid, un asistente le preguntó, parafraseando la famosa novela de Vargas Llosa, si sabía «cuándo se jodió España». Roca le respondió con otra pregunta: «¿Y a usted quién le ha dicho que se ha jodido?».

Esta respuesta parece sobrevolar la nueva obra de la investigadora malagueña 'Fracasología. España y sus élites: de los afrancesados a nuestros días', con el que acaba de obtener el premio Espasa de Ensayo.

El galardón llega tras el éxito, sin precedentes inmediatos, de su anterior ensayo histórico, del que se han vendido más de cien mil ejemplares: 'Imperiofobia y leyenda negra' (Siruela).

Y si en esta última obra analiza la evolución de la leyenda negra española, cuyas raíces estarían en la propaganda antisemita contra España de los humanistas italianos y la compara con otros ataques recibidos por grandes imperios, en este nuevo ensayo se dedica a analizar cómo la hispanofobia ha sido asimilada por el poder y las élites de nuestro país desde la llegada de los Borbones hasta nuestros días.

La «fracasología», un término que toma del historiador Manuel Lucena Giraldo, sería a su juicio una suerte de «patología social» imbricada en el tejido nacional y que se inocularía con gran éxito cuando, con la llegada de la dinastía francesa, encabezada por Felipe V, el nieto del Rey Sol, se inició un «borrado cultural» de la dinastía anterior, los Habsburgo, que iría pintando una imagen muy negativa y económicamente manirrota de los forjadores del imperio español.

Prueba del peso que el país vecino tendrá en España, sostiene, será el desierto historiográfico hispano del siglo XVIII, porque se leerá la Historia de España que se escribe en Francia, cargada de tópicos antiespañoles, y también el desierto literario, una llamativa 'sima' tras la cima del Barroco, que Elvira Roca achaca a unos escritores que han arrinconado lo popular, censurados por la nueva dinastía, para asimilar unas modas que no son las propias.

La autora cuestiona especialmente el papel de los afrancesados que, aunque cargados de buenas intenciones modernizadoras, muchas veces se quedaron en «intelectuales de salón» que no llegaron a pasar a la acción y convirtieron en 'rite de passage' el «mostrar desprecio por lo español y admiración por lo que viene allende los Pirineos».

Una vez más y quizás con más ahínco que en la obra anterior, Elvira Roca apuntala su tesis con una catarata de documentación, y es más cáustica y combativa a la hora de defenderla. En este sentido, uno de las columnas vertebrales del ensayo es que la supuesta anomalía, el exotismo y la leyenda negra de España que prácticamente 'institucionalizaron' las élites españolas en el siglo XIX y prolongaron tanto noventayochistas como regeneracionistas, «se curan con píldoras de Historia comparada».

Y en este aspecto, la Historia comparada, Roca se muestra implacable con 'mandobles' de datos que ponen en solfa la anomalía española en el contexto europeo, empezando por la expulsión de los judíos y la Inquisición, al tiempo que cuestiona la veracidad del libre comercio del Imperio británico o la existencia misma de una ética protestante en el capitalismo (un capítulo, por cierto, en el que 'demuele' la mítica obra de Weber).

La causticidad, entrega e ironía de Elvira Roca podrán gustar o no al lector, pero qué duda cabe que como en la obra anterior, nos ofrece una atalaya pocas veces hollada, desde la que contemplar la Historia de España y de Hispanoamérica, muy alejada del 'canon occidental protestante'. En este caso, con este completo análisis del 'mal francés', que no sería la sífilis sino una acomplejada visión de España de la que, recomienda, habría que desprenderse cuanto antes.