Solía decir de sí mismo que era un señor vestido de golfo, «a diferencia de otros, que son golfos vestidos de señores». César González-Ruano fue uno de los escritores más leídos de su tiempo y probablemente el que gozó de peor fama. De él se contaban historias terribles a la vez que se alababa su brillantez. Era, al mismo tiempo, un disciplinadísimo trabajador, esclavo de los cinco artículos que llegaba a producir diariamente (tres escritos en el café, por la mañana, dos dictados a su secretaria por la tarde), y un bohemio que gastaba más de lo que ganaba, que daba sablazos, que vivía siempre al borde de casi todo.

De ahí que Marino Gómez-Santos elija ese «en blanco y negro» como título de la biografía que acaba de publicar en Renacimiento sobre quien fue su maestro y amigo, «el valedor de mis inquietudes literarias, el maestro que me desveló cuanto no había que hacer en la práctica del periodismo».

Pero no es solo una biografía de César. Es también un fresco de aquellos años irrepetibles, desde principios de los años cincuenta del siglo XX hasta la mitad de los años sesenta, en el que podemos contemplar una cierta intimidad de personajes interesantísimos como Gregorio Marañón, Camilo José Cela y el propio autor, Gómez-Santos, que, tímidamente, acaba convirtiéndose en un coprotagonista de su propia obra, en una especie de semiautobiografía, si se permite el palabro.

Realmente, el libro no es una exacta biografía de César González-Ruano. Lo advierte el autor en el prólogo, donde nos confiesa que «no tengo el propósito de escribir una biografía de quien nos ha dejado un magnífico libro de memorias (se refiere a 'Mi medio siglo se confiesa a medias')€ «De hecho, también nos advierte de que no sabremos nada del que, seguramente, es el hecho más desconocido y al mismo tiempo fascinante de la vida de González-Ruano: «No trataré de investigar su vida en París, por falta de pruebas y para no incurrir en el despropósito de aquellos que lo han intentado, sin lograr más que vanas divagaciones». Es una pena, porque quienes siempre hemos estado fascinados por la persona y el personaje de César González-Ruano, ansiamos saber detalles de aquellos tiempos, sobre los que especularon Rosa Sala y Plácid García-Planas en 'El marqués y la esvástica. César González-Ruano y los judíos en el París ocupado', publicado por Anagrama, en el que en más de 500 páginas tratan de profundizar en la leyenda negra del escritor, la que habla de que traficaba con obras de arte y joyas, pero también insinúan que pudo estar involucrado en el mercado negro de salvoconductos para los judíos que huían de los nazis, acusaciones que provienen de Eduardo Pons Prades, un militante anarquista que lo vinculó con la matanza de judíos.

Finalmente, el libro acaba siendo la historia de la amistad entre el autor y el personaje, jugosísima, es cierto, y a través del trazado de esta amistad, acabamos conociendo al personajes, sus luces y sus sombras, porque se incluye, también, el fin de esa amistad. De ahí ese «blanco y negro» que parece ser la marca de la casa de César, capaz, al mismo tiempo, de lo mejor y de lo peor, de, simultáneamente, ser César y nada..