Diario de lecturas

Tú escribes y yo lo leo, pero los dos lo firmamos

Justo Navarro y José María Pérez Zúñiga. | LA OPINIÓN

Justo Navarro y José María Pérez Zúñiga. | LA OPINIÓN

José Luis G. Gómez

Los libros escritos a cuatro manos siempre tienen algo sospechoso, y no estoy pensando en esos volúmenes de memorias de actores y políticos, que sabemos que han escrito profesionales que muchas veces solo aparecen en los agradecimientos. No, esos libros son un timo que todos aceptamos con gusto. Pienso en libros como el muy reciente ‘La carta robada. El caso del posfranquismo democrático’ (Anagrama, 2022), de Justo Navarro y José María Pérez Zúñiga. «La historia de la conversión del franquismo en el sistema constitucional de 1978 parece uno de esos secretos de familia que se consideran impronunciables, una historia secreta que no se puede enseñar en las escuelas. O como dice el prefecto de la policía de París en ‘La carta robada’, el cuento de Poe: «This is an affair demanding the greatest secrecy», así explican ellos la existencia de este breve volumen. Sin duda, es un libro interesante, y al saber de su existencia es cuando he pensado en lo extraños que son los libros escritos a cuatro manos. Pienso en obras maestras como ‘Mercaderes del espacio’ (1953), de Frederik Pohl y Cyril M. Kornbluth, cuyo genio siempre he pensado que se debe más al muy desconocido Kornbluth, o en esas locuras que Borges y Bioy Casares escribieron juntos. ¿Cómo se escribe a cuatro manos? Que una pareja lo explique ya en un libro.

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