No dan duros a tres pesetas. Y aunque ahora es el euro el que marca la pauta, el dicho popular sigue manteniendo una actualidad tan cruda como la que se han visto obligados a digerir las víctimas de la estafa conocida internacionalmente como `rip deal´ (`trato podrido´, en castellano).

Funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía adscritos al Grupo de Fraudes y Delitos Tecnológico de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de Málaga alertaron ayer sobre esta modalidad delictiva, que lleva años repitiéndose en varios países europeos -fundamentalmente en Francia y Alemania-, y que también ha llegado a España, donde el negocio inmobiliario mueve grandes sumas de dineros, aunque en este caso sea falso.

Según explicaron, los estafadores aprovechan una de las debilidades más destructivas del ser humano, como es la ambición, y, fingiendo ser importantes hombres de negocios, les proponen a las víctimas una transacción rápida y discreta que normalmente implica la compra de inmuebles, vehículos de gran valor, joyas o cambio de divisas, y con la que, por supuesto, obtendrán un suculento beneficio.

Ex yugoslavos. Los delincuentes, que suelen operar en grupos de entre cinco y diez personas, suelen escoger a sus presas en función de la posibilidad que tengan de disponer rápidamente de una suma importante de dinero, según informó la Policía. Dos o tres de los integrantes del grupo establecen el contacto y se citan con ellas en hoteles lujosos a los que llegan en ostentosos vehículos de gran cilindrada y matrícula que puede ser extranjera o nacional de alquiler.

El resto, la mayoría originarios de la desaparecida Yugoslavia, se encarga de vigilar una posible intervención policial o de actuar en caso de que la víctima `descubra el pastel´.

Tras varios encuentros, y siempre con interés por finalizar la compra rápido, los timadores argumentan la necesidad de cambiar divisas extranjeras para poder finalizar un proceso durante el cual, de forma más o menos explícita, habrán insinuado que su motivación principal es el blanqueo de dinero o de objetos de dudosa procedencia.

Moneda extranjera. Así, por ejemplo, si se trata de un inmueble, la víctima debe entregar la finca más una cantidad adicional en moneda extranjera. A cambio, los estafadores le entregarán su valor (superior al real) más beneficios extras en aquella moneda que pretenden blanquear y que, como descubrirá posteriormente la víctima, se trata de dinero falso, explicaron las fuentes policiales.

Al parecer y según la información de la que dispone la Interpol, estos delincuentes son muy dinámicos y utilizan alias o identidades simuladas, incluso portan documentación de identidad personal falsa, "lo que dificulta enormemente determinar su verdadera identidad", admitieron las mismas fuentes.