Defensor de la escuela pública, el profesor de instituto José Francisco Jiménez Trujillo ofreció ayer una conferencia en la sala Ámbito Cultural de El Corte Inglés con la que dio un repaso a la historia del instituto Gaona, sus estudiantes más brillantes y su imbricación en la ciudad. La charla forma parte de un ciclo que se desarrolla paralelo a la exposición ´Memoria sentimental sentimental del Gaona´, que coordina Víctor Heredia y que permanecerá abierta hasta el próximo 23 de julio.

-¿Qué representa para la historia de la docencia en Málaga el instituto Gaona?

-Desde 1846, cuando fue inaugurado, el instituto ha cumplido una misión fundamental. Fue la pequeña universidad que nunca tuvo Málaga. Durante su historia ha tenido diferentes nombres, hasta que recibió el actual en 1957. La Guerra Civil fue también dramática para este centro. La dictadura eliminó la coeducación que había propiciado la II República y se impuso un muro de la vergüenza imaginario que separaba a los alumnos de las alumnas. La parte masculina era Nuestra Señora de la Victoria, que luego se trasladó a Martiricos; y la parte femenina se llamó Vicente Espinel.

-¿Ortega y Gasset, Blas Infante, Manuel Altolaguirre, Emilio Prados, Severo Ochoa...?

-Y muchos más. Alumnos brillantes y conocidos que compartían aulas con otros desconocidos. Hay que tener en cuenta que a finales del siglo XIX, el 80% de la población malagueña era analfabeta y sólo accedían a los estudios secundarios el 5% de los escolares. Aún se conserva también el examen de ingreso de Pablo Picasso, que se matriculó en el centro, aunque no llegó a estudiar en él porque se trasladó a La Coruña. Y lo hizo bastante bien.

-¿Era el único instituto que había en Málaga?

-El único público y que, además, tenía que hacer frente a la cada vez más dura competencia de los centros privados, como Las Esclavas o San Estanislao de Kostka, que acaba de cumplir 125 años. Pero el Gaona es la institución docente más antigua de Málaga y que sigue abierta.

-¿Qué no debió perder nunca la educación y que tenía la de aquella época?

-Prácticamente se mantuvieron hasta le llegada de la Logse. Los profesores más veteranos recuerdan ese periodo con nostalgia. En el caso del Gaona, la inauguración del curso era como los que ahora se hacen en la Universidad, con los catedráticos revestidos con toga y birrete. En toda España no había más de 500 catedráticos de instituto.

-¿Es más difícil ahora intentar enseñar a un niño de 16 años que se niega a aprender?

-En la enseñanza pública está todo, no cierra las puertas a nadie. El gran problema es la diversificación: cómo atender a alumnos interesados por aprender y a otros que no quieren. Es fácil de decir pero muy complicado de llevarlo a la práctica.

-La población escolar del Gaona también ha cambiado mucho ¿Su imagen histórica se ha visto perjudicada?

-En su matrícula ha ido evolucionando y ahora escolariza a un sector de la población con dificultades sociales. Eso se ha dejado notar. Pero el nivel en Bachillerato es más que digno y aceptable.