Joaquín Ramírez (Málaga, 1956) pasará a la historia del PP de Málaga como artífice del gran desarrollo del partido en los últimos quince años. Bajo su mandato, las siglas han ganado mucho terreno en la provincia de Málaga en diferentes comicios. Ramírez llegó al PP de la mano de Manuel Atencia, ex presidente provincial, en 1993, primero como coordinador adjunto de campañas electorales y luego como secretario general.

Cuando llegó, proveniente de la empresa privada y por tanto sin experiencia política, el PP de Málaga tenía 7.000 afiliados. Se va a marchar con 28.500 y siendo un referente en Andalucía, pues los números están ahí y no engañan. En las últimas elecciones autonómicas derrotó al PSOE y casi le igualó en las generales. Y en lo que respecta al mapa municipal, poco o nada que objetar: las principales ciudades de la provincia, Málaga capital y Marbella incluidas, están gobernadas por el PP.

Su experiencia previa en la empresa privada, como gerente de una compañía de marketing turístico o como apoderado de banca, incrustó en su modo de dirigir el PP un carácter diferente al del político medio. Primó siempre la gestión sobre el discurso, por otra parte nada dudoso. Es, tal vez, uno de los pocos miembros del PP que hablan de un partido de centro-derecha cuando tienen que identificar qué les mueve y cómo trabajan.

A Ramírez siempre se le achaca que no haya ´tocado poder´, es decir, que no haya dirigido ninguna institución en los años en que ha presidido el PP malagueño. Su asalto a la Diputación ha resultado fallido en varias ocasiones pero no por perdedor, sino como víctima de la alianza entre el PSOE e IU en el organismo. Desecha la palabra ´fracaso´ para referirse a esta circunstancia y se marcha, tal vez, con esa espinita. Que, todo sea dicho, para él nunca ha supuesto ningún trauma.

En las vísperas de su segura reelección como presidente del PP local, con un partido apiñado en torno a él y con la victoria más clara en la mano, ha recibido el ´mensaje´. Y lo va a respetar.