Tres miembros del Consorcio Provincial de Bomberos de Ronda localizaron ayer a las siete y cuarto de la tarde en la caseta de una piscina de Arriate, situada a las afueras del pueblo, el cuerpo sin vida de María Esther Jiménez Villegas, la niña de 13 años de edad que desapareció en la noche del pasado miércoles sin dejar ningún tipo de rastro.

Fuentes cercanas al caso informaron de que el cuerpo de la niña apareció con golpes en la cabeza y con el rostro irreconocible, por lo que en un principio todo apunta a que la muerte de la niña se produjo de forma violenta. El juez ha decretado el secreto del sumario.

Algunos testigos relataron a la Policía Local que vieron durante la tarde pasearse a la pequeña con un joven por las cercanías del lugar en el que posteriormente apareció muerta, por lo que ésta es una de las líneas de investigación que se mantienen abiertas.

Los padres de la pequeña, denunciaron la desaparición de la menor a las dos de la madrugada de ayer, momento en que efectivos de la Guardia Civil, Policía Local, bomberos y vecinos del pueblo realizaron una batida por los parajes del término municipal en busca de la joven, sin obtener ningún resultado positivo. «Miramos sobre todo en las casas abandonadas y naves poco frecuentadas, pero no obtuvimos ningún resultado», dijo el jefe de la Policía Local, Antonio Iglesias.

Incluso, los vecinos que se concentraron hasta en dos ocasiones en la plaza del pueblo se ofrecieron a los cuerpos de seguridad para organizar patrullas de búsqueda, aunque desde la Guardia Civil se organizó este rastreo de los ciudadanos para no interferir en la investigación.

A primera hora de la mañana, el padre de María Esther, Juan Isidro Jiménez, con un gran temor y un nerviosismo que se reflejaba en el rostro aguardaba la llegada de noticias con el teléfono en las manos. «La última vez que hablé con ella fue a las siete de la tarde, cuando le pedí que le pusiera la merienda a su hermana pequeña», dijo el padre, quien destacó que no observó nada raro en su hija.

Los familiares relataron que la niña no tiene novio ni nada parecido, que no se mete en líos y que le gusta bailar y la música y «por ello no entendemos lo que ha podido pasar».

Pero todos los temores se confirmaron, cuando el cuerpo de la pequeña apareció sin vida en la caseta de una piscina situada a escasos metros del casco urbano, junto a la nueva carretera de circunvalación. Fueron tres bomberos, que inspeccionaban la zona, los que localizaron el cadáver a través de una rejilla en el interior de la caseta. Tenía la cara tapada con su propia ropa, y no se pudo confirmar su identidad hasta que a media noche, el forense, acompañado por el juez de guardia de Ronda, certificaron que era María Esther.

La Guardia Civil, que baraja varias hipótesis, no descarta que la muerte de la pequeña se produjera de forma violenta, ya que la caseta en la que apareció estaba cerrada por fuera con un cerrojo, del que la Policía Judicial tomó una serie de huellas, antes de acceder al interior para levantar el cadáver, que fue trasladado hasta el Instituto Anatómico Forense de Málaga.

El juez ha decretado el secreto del sumario y durante este viernes el Ayuntamiento ha convocado un Pleno extraordinario en el que decretará tres días de luto por la pérdida de la niña, según dijo el alcalde, Bernardino Gaona.

Una joven sin problemas

Algunas amigas relataron que María Esther tenía algunos problemas a la hora de relacionarse con sus compañeros del instituto de Enseñanza Secundaria, donde cursaba estudios de primero de ESO. Incluso, afirmaron que sufría insultos y vejaciones ya que era «una niña muy inocente».

Dos de estas amigas, Tamara y Tania, pasaron con la víctima sus últimas horas de vida. «Estaba contenta y no presentaba ninguna preocupación, incluso estuvimos comiendo chucherías con ella», relataron.