Abandonar la embarcación es una decisión difícil y arriesgada porque puede hacerse en condiciones desfavorables y peligrosas. Debe ser una última decisión que debe meditarse mientras quede esperanza de que la embarcación siga a flote. Algunos abandonos pueden ser muy precipitados, en plena noche y con mal tiempo. Por ello es necesario estar preparado física y anímicamente, así como entrenar a la tripulación para esa desagradable eventualidad.

Cuando el momento es irremediable, es necesario prepararse con antelación, detener completamente la embarcación y hacer una llamada de socorro y activar la radiobaliza manualmente. La ropa de abrigo, chalecos salvavidas o traje de supervivencia son fundamentales, como la organización de grupos de dos en dos y reunir el material que se va a llevar. De noche es importante que cada persona disponga de una luz. También se aconseja amarrar a bordo la driza de la balsa salvavidas antes de lanzarla al agua, así como leer de nuevo las instrucciones de la balsa y lanzarla. La espera de un rescate a bordo de una balsa o a flote suele desencadenar miedo, impotencia, culpabilidad, negación de la evidencia o irritación. Ninguno de estos sentimientos aporta soluciones. Por ello, el patrón debe saber escuchar, tranquilizar y ayudar a los más débiles con una actitud positiva y conservando la sangre fría. Hay que revisar el material de supervivencia incluido en la balsa y recuerde que se puede sobrevivir durante más de 100 días a la deriva. Los peores enemigos del náufrago son la hipotermia, la deshidratación, la fatiga y el sueño. Contra la primera, es importante beber agua dulce y evitar el sudor y el vómito. No beber agua salada nunca. Contra la hipotermia es necesario abrigar las zonas de mayor pérdida de temperatura: cabeza, cuello, axilas e ingles, evitar la humedad y permanecer hidratado. En el agua, el náufrago no debe nadar sino adoptar la postura fetal y flotar abrazado a sus compañeros. Los primeros síntomas de la hipotermia son escalofríos, pérdida de destreza manual, destemplanza y apatía.

Las claves

Hipotermia

Se debe trasladar al afectado horizontalmente, evitando golpes, para quitar cuanto antes la ropa mojada y secar sin frotar, especialmente las extremidades. Hay que abrigar a la víctima a resguardo del viento y, si el náufrago está inconsciente, hacer una llamada de socorro. No se debe dar de beber alcohol.

Hombre al agua

De producirse la caída, hay que detener inmediatamente la embarcación y lanzar boyas, chalecos y objetos flotantes. Alguno de los tripulantes tiene que intentar no perder de vista al náufrago ni un solo instante. Hay que anotar el tiempo y la posición, maniobrar en busca del accidentado y preparar la recogida evitando los daños que puede causar con la hélice y los golpes contra el casco.