Fue una apuesta arriesgada, de esas que se juegan a todo o nada, a ganar o perder. Y el PSOE sacó la carta equivocada. La detención del exalcalde de Ronda Antonio María Marín Lara rompe un «idilio» que comenzó hace dos años con el trasvase del exandalucista y su equipo a las filas socialistas y que, hasta la operación iniciada ayer, parecía sobrevivir pese a tener todos los elementos en su contra. El acuerdo con el anterior regidor de Ronda fue el gran golpe de efecto del PSOE en la pasada legislatura, una operación perfectamente planeada para asegurarse el peso político en la Serranía, avalada por las altas esferas del partido y que dinamitó las bases tanto del socialismo como del andalucismo rondeño. El primero asistió a la revuelta de sus históricos, el segundo se quedó sin representación municipal.

El penúltimo episodio de esta historia se escribió ayer con el inicio de la operación Acinipo, que ha supuesto la suspensión temporal de militancia del exalcalde, Cañestro y otros dos ediles socialistas. En estos años de vida política municipal, no obstante, Marín Lara no ha sido ajeno a los denuncias judiciales y los conflictos. Abogado de 52 años, el ahora edil en la oposición tiene a sus espaldas dos décadas de vinculación con el andalucismo, nexo que rompió en 2009, cuando consumó su paso al PSOE malagueño, inmortalizado en un apretón de manos con el secretario provincial, Miguel Ángel Heredia. Era una nueva parada en una carrera fulgurante que en los últimos diez años le había aupado a la alcaldía de Ronda, a la secretaría provincial del PA e incluso a encabezar las listas por Málaga de Coalición Andalucista al Parlamento en los últimos comicios regionales.

En la Ciudad del Tajo, Marín Lara es conocido con el sobrenombre de «Toti», un apodo que incluso usó en la última campaña municipal. Bien relacionado por su profesión, dueño de una forma de gobernar marcada por los personalismos, el exregidor no era nada ajeno a los roces con los miembros de la oposición, que le acusaban de aprovechar el periódico de su propiedad para atacarlos. Los plenos eran terreno habitual para la confrontación, aunque en los últimos tiempos la guerra se centró en un PP que finalmente le arrebató el puesto en mayo de este año. A la alcaldía llegó por primera vez en 2004, cuando el apoyo de los ediles del GIL y el PP le sirvió para arrebatarle el puesto de regidora a María Isabel Aguilera, que paradójicamente se convertiría en su compañera de partido cinco años después. Aquel acuerdo tuvo contestación incluso de las filas populares, y Rafael de la Fuente, entoces edil independiente del PP en Marbella, calificó de «gravísimo» que el Partido Popular pactara con los gilistas para llevar a Marín Lara al poder.

Tres años más tarde, el exalcalde consiguió que el PA fuera la lista más votada en las municipales, aunque sus nueve ediles no le aseguraban una mayoría holgada. Recurrió, una vez más, a los populares. Pero su luna de miel les duró poco tiempo. En mayo de 2008 cesó a los ediles populares, justificando la drástica decisión en el retraso del PGOU. Ya entonces, el secretario general de los socialistas rondeños, Francisco Cañestro, también detenido ayer, decía: «El PSOE hará lo que tenga que hacer, ya que Ronda no puede tener un gobierno en precario». Palabras premonitorias de un acuerdo que llegó en la primavera de 2009, cuando Marín Lara certificó el paso de su equipo al otro bando, olvidando sus sonados desencuentros con el Partido Socialista y sus dirigentes y afirmando: «En el 90% de nuestro ideario programático y general coincidimos con los socialistas».

Cierto es que los resultados del andalucismo en las últimas autonómicas hicieron que se volviera muy crítico con los planteamientos de un PA que tenía en Ronda una de sus joyas de la corona. Por ello, el aparato orgánico del PA rondeño se volvió en su contra y se conjuró para sacarle de una alcaldía que los andalucistas creían que habían ganado en las urnas legítimamente. No le hicieron mucho daño esas afrentas, ya que su idilio con el socialismo parecía crecerse ante las adversidades. El apoyo de Miguel Ángel Heredia y el secretario de Organización, Francisco Conejo, no tenía fisuras, al menos en apariencia. Se sucedían las visitas a la ciudad, se estrechaban lazos y se defendía con contundencia a los nuevos socialistas frente a la Mesa Antitransfuguismo, presidida por el ministro y expresidente de la Junta Manuel Chaves, que aprobó un dictamen que declaraba tránsfugas a los nueve ediles de Ronda, alcalde incluido. Conejo llegó a decir que «Marín Lara es el mejor alcalde que puede tener Ronda» y tampoco tuvo dudas Cañestro, alejado ya de los otrora pesos pesados del socialismo rondeño, como Juan Fraile, partícipes del descontento de una parte del PSOE de Ronda con los nuevos aires que los exandalucistas impusieron en el partido.

Y eso que tanto la ciudad como el Partido Socialista han vivido legislaturas muy movidas en los últimos años por la falta de mayorías absolutas y por las guerras fratricidas en el caso del socialismo. Pasó con la candidatura de Marín Lara y pasó con la de Ana Fuentes en 2007, donde también hubo que hacer encaje de bolillos para contentar a todos y en la que movió hilos Cañestro, ya al frente de la agrupación local.

Ana Fuentes perdió frente a Marín Lara y éste perdió frente a sus antiguos compañeros en las municipales cuatro años después. Los socialistas sabían que corrían ese riesgo, aunque confiaban en atraer a su terreno al voto andalucista, creyendo que optarían por seguir a Marín Lara y no a unas siglas. No ocurrió así, el PSOE se vio perjudicado por el cambio, por un creciente ambiente contrario al gobierno de ZP y por la máxima de que toda acción tiene sus consecuencias: el PA había firmado ante notario que no pactaría con Marín Lara, lo que facilitó un acuerdo de gobierno que llevó a la alcaldía a la popular Mari Paz Fernández.

Los socialistas tuvieron que asumir su paso a la oposición, aunque ello no trajo la calma. Había que elegir al único diputado provincial que Ronda aporta a la institución supramunicipal y la Serranía de Ronda, al menos parte de ella, se rebeló. La dirección provincial apoyaba a Cañestro, muchos representantes de los pequeños municipios, no. Ganó la vía oficial. Y el secretario local tomó posesión de su cargo como diputado, un sillón que parece poco probable que mantenga, aunque fuentes socialistas aseguraron ayer que aún no se ha tomado una decisión sobre su futuro. Por lo pronto, el PSOE regional ya ha expulsado temporalmente a los cuatro ediles implicados, «con contundencia y con una tolerancia cero ante cualquier caso de presunta corrupción urbanística», en palabras de Susana Díaz, secretaria de Organización. Por parte de la dirección provincial habló ayer Heredia, que resaltó que se había actuado con «inmediatez», la misma con la que los sectores críticos comenzaban ya a pedir explicaciones por una jugada controvertida y que deja al PSOE rondeño con un saldo negativo: de sus siete ediles, cuatro están detenidos.