Era cuestión de tiempo. El valioso material que cuatro meses antes se fue el fondo del mar como consecuencia de un fallo mecánico en la cubierta del navío oceanográfico Ramón Margalef fue recuperado hace once días por el buque Ángeles Alvariño, el hermano más joven de la familia naval del Instituto Español de Oceanografía (IEO), que además luce matrícula malagueña en su casco.

Aquel 14 de junio, la grúa que subía una roseta con muestras de agua no se detuvo. La estructura, que sostenía doce botellas de cinco litros con muestras recogidas a distintas profundidades y diversos aparatos de medición, chocó con el tope de la grúa hasta partir el cable de acero que lo sostenía. Las muestras y la valiosa CTD (Conductividad, Temperatura, Profundidad), los sensores con los que los científicos obtienen infinidad de datos como el oxígeno, la florescencia o la turbidez del agua marina se fueron directamente a 500 metros de profundidad. Tras la pérdida, la tripulación anotó al milímetro las coordenadas en las que ocurrió el incidente y puso rumbo hacia Palma de Mallorca, donde tenía programado trabajar en la campaña ATAME, relacionada con el atún rojo.

El pasado sábado 13 de octubre, aprovechando que el Ángeles Alvariño estaba en Málaga para realizar una de sus campañas oceanográficas, la tripulación decidió rescatar tan valiosa herramienta. Los científicos del Instituto Español de Oceanografía de los Centros Oceanográficos de Málaga y Cádiz, junto a sus colegas del Centro Oceanográfico de Baleares, técnicos de la empresa ACSM y la tripulación del Ángeles Alvariño, contaron con la ayuda del Vehículo de Observación Remota (ROV) Liropus 2000, un extraordinario robot que permitió la localización exacta de la estructura y su posterior enganche para que la tripulación pudiera izarlo.

Concretamente, la roseta fue hallada a 16 millas del litoral malagueño y a casi 520 metros de profundidad. Según el vídeo al que ha tenido acceso este periódico, la estructura fue localizada a las 9.34 horas en su posición original, levemente enterrada en el fondo marino y en una oscuridad que sólo evitó la luz artificial del robot. Entre un banco de peces, las imágenes permiten comprobar como la tripulación acerca el Liropus 2000 para comprobar el estado de la roseta y seleccionar los posibles puntos de enganche. Trece minutos más tarde, la operación ya incluía el cable amarillo con el que la maquinaria del Ángeles Alvariño subiría la estructura. Fue el brazo articulado del ROV el que logró engancharlo sobre las 11.22 horas, aunque la ascensión no comenzó hasta las 11.25.

El buque oceanográfico Ángeles Alvariño, que posee matrícula malagueña, se botó el pasado 24 de febrero de 2012 en la ciudad de Vigo. La embarcación es casi gemela del buque oceanográfico Ramón Margalef, que se sumó a la flota del IEO en septiembre de 2011 y realizó su primera campaña estudiando la erupción volcánica submarina de El Hierro. El Angeles Alvariño tiene 46 metros de eslora y en su construcción y equipamiento se invirtieron casi 20 millones de euros provenientes del IEO y de fondos FEDER. El barco, construido por la empresa Astilleros Armón Vigo, aporta a la flota oceanográfica nacional y europea un verdadero laboratorio flotante.