­La Universidad se siente atacada. Por la espalda, además. Acusa a José Ignacio Wert de portar el cuchillo jamonero, el que ha utilizado para recortar la financiación pública y, de paso, asestar una puñalada que los rectores consideran mortal. Es una ofensiva que no esperaban y que pone en riesgo la consecución del triple objetivo de las instituciones académicas: formación superior, investigación e innovación y transferencia de conocimiento. La rectora de la UMA, Adelaida de la Calle, en su condición de presidenta de la Conferencia de Rectores (CRUE) lidera la rebelión. Llegó incluso a dejar plantado al ministro en una reunión, en un gesto de claro desacuerdo con las políticas de ajustes decretadas. Y este mismo mes de diciembre, en una acción coordinada sin precedentes, dada la gravedad de la situación, los rectores de las 50 universidades públicas españolas leyeron a la vez un comunicado conjunto en el que pedían que se mantenga la inversión en I+D+i ya que sostienen que la reducción en un 80% prevista en los Presupuestos Generales del Estado dejará a España sin herramientas para poder competir en un mundo cada vez más globalizados. Diez años de retrocesos, con las dramáticas consecuencias que puede tener en la sociedad, estancada tecnológicamente.

Además, el Gobierno ha subido el precio de las matrículas y ha endurecido los requisitos académicos para poder conservar las becas. La combinación puede ser una bomba de relojería que puede estallar en cualquier momento, sobre todo cuando se resuelva el proceso de becas en contra de muchos de los solicitantes. Este año han sido más, precisamente, para compensar el encarecimiento de las tasas. De los 18.700 universitarios malagueños que pidieron una ayuda de estudio a la hora de entregar su matrícula, 5.100 ya saben que no tienen derecho a ella. Sólo en la primera criba. Todavía falta cruzar los datos de renta con los de la Agencia Tributaria. El mejor escenario sería aquel en que el alumno modifique su matrícula y se inscriba en menos créditos, por lo que la Universidad vería reducidos también sus ingresos a través de este capítulo. El peor, que haya estudiantes que se vean obligados a abandonar sus estudios. La UMA teme perder alumnos con la entrada en vigor de estas medidas de ajustes. Este año, según los cálculos de la institución académica, habrá unos 1.500 estudiantes menos con beca. El pasado curso llegaron a 11.000, casi un tercio del total de universitarios de la UMA.

A partir de ahora, para conservar la beca no sólo bastará con aprobar, sino que será necesario sacar buenas notas; además de los niveles de renta. Los estudiantes acusan a Wert de propiciar un éxodo masivo de jóvenes de la Universidad.

Para mantener las ayudas de estudio en segundo curso y posteriores, a partir de este año, es necesario haber superado un porcentaje de créditos matriculados el curso anterior, que varía en función de la rama de conocimiento a la que se adscriba la titulación universitaria. Los alumnos de Arquitectura e Ingeniería requerirán aprobar un 65% de los créditos, es decir, un 5% más que hasta ahora. Los de Ciencias de la Salud tendrán que superar un 80% de esos créditos, por lo que no sufren variación. Los universitarios que estudien grados de Artes y Humanidades y de Ciencias Sociales y Jurídicas deberán aprobar el 90% de los créditos, un 10% más que hasta el curso anterior.