Estaba en la tradición oral de Málaga, se deducía al contemplar el famoso ojo pintado en la barca de jábega, pero nunca antes se había constatado de una forma tan evidente gracias a las matemáticas y la carpintería de ribera.

La construcción en los Astilleros Nereo de Pedregalejo de un barco fenicio, réplica exacta del barco mejor conservado de la Antigüedad, hundido en aguas de Mazarrón, Murcia, hace 2.700 años -cuando la ciudad de Malaka todavía era una principiante y Homero sólo un aedo del siglo anterior- ha demostrado que la barca de jábega es una joya de evidente origen fenicio que apenas ha cambiado en 27 siglos.

Las medidas de este barco fenicio, que transportaba óxido de plomo, y la barca de jábega antigua -la que no ha sido modificada para las actuales competiciones deportivas- son prácticamente idénticas.

«El barco fenicio de eslora (longitud) mide 8,15 metros y la barca de jábega 8,16 metros. Lo que les he comentado bromeando es que a lo mejor al medir con el metro bajo el agua, se dobló algo y en realidad miden lo mismo», explica Alfonso Sánchez-Guitard, de Astilleros Nereo, que ha supervisado el trabajo de su hermana Rocío, la encargada de construir la réplica.

En cuanto a la manga o anchura, el pecio fenicio de Mazarrón mide 2,25 metros y la barca de jábega «entre 2,24 y 2,20». Además, las dos embarcaciones, separadas por 2.700 años, también coinciden en el puntal o altura: «Las dos no llegan al metro», cuenta Alfonso Sánchez-Guitard, que llama la atención sobre las proporciones, que también son idénticas: «La manga es una cuarta parte de la eslora en las dos embarcaciones».

La evidencia ha permitido a Astilleros Nereo construir el barco de forma tradicional, «en vez de con plano y medidas, con una regla de madera que en cada canto tiene las proporciones que se van llevando». Con la misma regla con la que se construyen las barcas de jábega tradicionales se ha construido la réplica exacta del barco fenicio. Todo coincide.

Pecio fenicio de Mazarrón 2, conservado en Arqua, Cartagena La Opinión

Alfonso Sánchez-Guitard quiere destacar además el trabajo previo de Francisco Fernández González, ingeniero naval del Museo Naval de Madrid, que tras recoger toda la información arqueológica, la ha trasladado a programas informáticos de la Politécnica de Madrid «para remodelar el barco, deformado con el tiempo».

Una reconstrucción del original de Mazarrón, llamado Mazarrón 2, se expone en el Museo Nacional de Arqueología Subacuática (Arqua) con sede en Cartagena. Su director, Xavier Nieto, visitó hace un mes los Astilleros Nereo para dar el visto bueno científico a la réplica. Alfonso Sánchez-Guitard calcula que quedan 20 días de trabajo, el barco será calafateado con brea, tendrá seis remos y una vela cuadrada de algodón.

Xavier Nieto, director de Arqua, en el centro y con cámara, durante la visita a los Astilleros Nereo. La Opinión

Además, el barco lucirá como cuadernas 19 ramas de higuera atadas con cuerdas hechas a mano, igual que la embarcación hundida. Y también contará con una ánfora para el agua y una linterna realizadas por un alfarero cordobés.

La embarcación ha sido construida con pino cortado en los Montes de Málaga y la unión de las tablas se ha hecho con 1.800 clavos de olivo de Olías. Este proyecto de arqueología naval cuenta con el apoyo, aparte de Astilleros Nereo, de Fundación Málaga, Cervezas San Miguel, el Ayuntamiento de Málaga y la propia Arqua, que firmó con Nereo un convenio en julio de 2011 por el que además el Ministerio de Cultura califica el proyecto de interés público.

Por otro lado, el verano pasado alumnos de la Universidad de Málaga, capitaneados por el catedrático de Historia Antigua Fernando Wulff, colaboraron en la construcción de esta barca milenaria de la que, con todos los honores, desciende la barca de jábega.

Y la botadura: el día del Carmen o durante la Feria, según soplen los vientos institucionales.