Asoma el sol por encima de La Malagueta y desde la planta 15 del hotel Málaga Palacio se divisa de una sentada gran parte de la ciudad. Una panorámica visual ofrece desde la zona de El Limonar hasta un sinfín de edificios que se pierden en el horizonte, desde el puerto de Málaga y el Muelle Uno hasta la Catedral; una perspectiva que da la sensación de poder acariciar casi con la mano la que se conoce como la iglesia más importante de la ciudad, desde que comenzó su construcción en el siglo XVI.

Málaga desde las alturas, o lo que es lo mismo, la ciudad que se ve desde las terrazas que ofrecen algunos de los hoteles de la capital y otros rincones. Una forma de conocer la historia con la mirada hacia abajo.

Si bien unas de las mejores vistas de la ciudad es desde la parte alta del mencionado hotel, son muchos los que ofrecen la estampa del puerto. El último rincón de la terraza de este complejo, que por suerte para sus usuarios realizan obras para tener una pequeña barra al aire libre, muestra un lado poco conocido de la Catedral. Una estampa propia de postal que muestra allá en el fondo el conocido monte Coronado. Los últimos edificios que hacen de línea divisora entre la descontrolada edificación que separa la zona montañosa de la población es la Palma y La Roca. Los más observadores podrán ver como una pequeña torreta color rojiza o tierra sobresale entre los tejados. Se trata de la iglesia de los Mártires, una de las fundadoras que, sin ser un dato probado a ciencia cierta, posiblemente fuera construida encima de una antigua mezquita en el siglo XV.

La vista hacia el sur ofrece una visual hacia el puerto de Málaga y el parque de Málaga. Desde ese mismo punto con la mirada puesta al Este se puede ver el monte de Gibralfaro, junto al monte de la Victoria o conocido también como «el monte de las tres letras» ya que antiguamente se podía leer en él las siglas de Juventud de Acción Católica (JAC). La Alcazaba también tiene su protagonismo desde este punto que tiene delante el edificio de la Aduana que estrena techo, aunque sobrepasa la altura permitida e interfiere en las vistas que tenía la propia Alcazaba.

Una gran jacaranda colinda con los edificios que se conocen como la cortina del muelle, nombrados así porque antiguamente llegaba hasta justo ese punto el puerto. El lado opuesto ofrece un sinfín de edificios de múltiples alturas y matices entre los que destacan el antiguo inmueble de Correos, la Equitativa y la plaza de la Marina. El edificio de la antigua Diputación, Unicaja... Obras de arte de la construcción que contrastan con los jardines del puerto al fondo, también conocidos como el barrilito por tener un árbol con la forma de un barril.

La historia de Málaga a golpe de infraestructuras que se funde entre los tonos cobrizos y marrones que dejan las azoteas y tejados de viviendas y edificios y las aparatosas estructuras de antenas parabólicas que muestran otra cara.

Justo enfrente, en el Molina Larios, se ve el comienzo del parque. Palmeras y demás vegetación ofrecen un primer plano que da paso al levantar un poco más la vista al mar y el puerto. El faro de fondo y algún que otro barco atracado, con suerte, son algunos de los elementos que se pueden ver. Los altos edificios que componen La Malagueta rompen el perderse uno mientras mira al mar. Delante de esa hilera de edificios se puede divisar una línea, que en realidad no es otra cosa que el paseo que compone el Muelle Uno.

En plena avenida Cánovas del Castillo está ubicado el hotel La Maestranza. Unas pequeñas escaleras tras subir a la planta número doce ofrecen una amplia vista de la ciudad. La más que inmortalizada fotografía de la glorieta de las tres gracias, con el barrio de La Coracha, la Alcazaba y su túnel de fondo se toma desde ahí.

La antigua audiencia provincial, el edificio sindical, el Instituto de Estudios Portuarios o las columnas de entrada al puerto son otros de los edificios que cualquiera puede ver con la mirada puesta hacia el mar. Una perfecta imagen en la que se distingue el Palmeral de las Sorpresas, lugar de uno de los puntos de Málaga que las instituciones pretenden convertir en una nueva mina de oro.

Pero una de las estampas más interesantes que ofrece esta perspectiva es la que da al monte de Gibralfaro, desde donde se ve el parador y el castillo del mismo. No sería necesario subir a ningún piso para ver que el desmesurado tamaño de uno de sus edificios desentona con el resto, pero desde ahí, uno toma conciencia de la envergadura del «rascacielos».

Una vista de pájaro que muestra la plaza de toros de la Malagueta, construida en 1876, y algunos de los edificios antiguos que todavía conforman el nostálgico paseo de Reding y tiñen de color la ciudad con sus fachadas azules, amarillas y rosadas.

Las pericias de muchos conductores ansiosos por llegar a su destino, que esquivan las normas de tráfico, son otras de las curiosidades que ofrece este lugar, paralelo a la parte más moderna del Hospital Noble y la cual se divisa.

La Coracha es otro de los puntos del casco histórico que ofrece unas vistas privilegiadas. Los jardines de Pedro Luis Alonso con su nuevo estanque y el lateral del Ayuntamiento de Málaga se contemplan sin problema alguno. El antiguo barrio malagueño ofrece varias vistas mientras uno sube sus 75 o 105 escalones, según por el lado que se acceda, e incluso si uno se adentra por uno de sus laterales se topa con los jardines de puerta oscura. Un camino que se aconseja hacer en esta época con un botellín de agua en el bolso ya que la fuente que hay mientras una sube las escalinatas no funciona y solo ofrece falsas esperanzas para los más sedientos.

Con el mar de fondo se divisa parte de La Malagueta, el puerto con sus grúas, pero justo debajo se encuentra la zona ajardinada que sustituye a La Coracha y dos de los edificios originales que todavía se conservan, uno de ellos el actual Museo del Patrimonio Municipal. Entre los edificios se puede diferenciar una torreta alta que no es otra cosa que la chimenea de Sevillana de electricidad.

Una estampa en la que predomina el verde que prácticamente existe en la zona antigua de la ciudad y se cuela entre flores, cipreses y palmeras y una amplia variedad.

En el corazón del centro En una zona más céntrica se encuentra el hotel Larios Room Mate, en plena calle Larios, que cuenta con una vista diferente de la plaza de la Constitución. Sobresale un pivote color marrón. Se trata de la chimenea de la central térmica de la purificación, ubicado a un lado del río. La zona más alta de la iglesia Sagrado Corazón, del siglo XX y color ocre, o la ubicada a las afueras de la plaza, la iglesia de Santo Cristo de la Salud-que data del siglo XVII- también se pueden ver desde esta terraza.

Las ventanas y techos que están por encima de las lonas que protegen del sol a los viandantes a lo largo de la calle Larios es otro de los detalles que se puede divisar desde este punto.

Una oportunidad de ver la ciudad desde una perspectiva diferente y pasear hasta lo que la vista alcance.

@Melanie_Soler