Ya mencionamos en esta sección el reciente e impactante documental de la cadena Discovery Max sobre el asalto al castillo de Gibralfaro por los Reyes Católicos durante la conquista de la Málaga musulmana.

No sabemos lo que las huestes de Fernando el Católico hubieran dicho en nuestros días de haber vislumbrado, desde las alturas del castillo y, mucho mejor, desde la Alcazaba, el edificio del cine Astoria.

Si este ucronía hubiera tenido lugar, es muy probable que en el escudo de Málaga de nuestros días apareciera un campo rojo de cardos, en recuerdo de la primera visión de la ciudad por las tropas cristianas, una vez tomada, en lugar del campo rojo con nuestros dos patrones suspendidos en el cielo (algo que George Clooney y Sandra Bullock han copiado de forma descarada en la reciente película Gravity).

Porque si usted se da una vuelta por el cascajo del cine Astoria, en concreto por el arranque de la calle Victoria, junto al parking de la Alcazaba, descubrirá que la única vida que se aprecia en la antigua sala es el crecimiento imparable de unos cardos borriqueros en el tejado, que se recortan en el cielo puñetero y cambiante de enero.

¿Es el anticipo de una primavera espinosa?, ¿del terral que encenderá la calefacción en la estación equivocada?, ¿un símbolo de que el Astoria es una ruina viviente?

Resulta en todo caso enternecedor comprobar cómo la Naturaleza en Málaga se suma a la veterana tendencia de terrazas-jardín de Manhattan, Madrid, Roma o París de una forma cien por cien auténtica, sin que el Ayuntamiento se tenga que dejar los cuartos en un estudio de diseño. La terraza del Astoria, con sus cardos, sus grietas y con el aspecto de que se puede caer con todo el equipo, abre un camino insólito en la larga historia de las modas memas.

Tan solo una sugerencia para evitar que los futuros usuarios se descalabren: que el Ayuntamiento coloque una valla perimetral, si es posible tan oxidada e inestable como esa valla con lanzas que se sostiene de milagro en el paseo de don Juan Temboury. Verá como nadie se asoma.

A mí que Málaga cree tendencia me da mucha alegría. En verano, con la Feria de Agosto encima y los terrales, la terraza del Astoria será como la parrilla de San Lorenzo y los japoneses se darán de tortas por experimentar, en carne propia, cómo se escalfa un huevo. E incluso dos.

Derribar un edificio tan emblemáticamente ruinoso sería un grave error. Incluso si algún día se viene abajo, las ruinas podrían servir para el rodaje de películas de catástrofes. Los cardos nos marcan el camino.

Estratagemas | Este año no hubo rampa para el público en el Belén del Ayuntamiento, probablemente por cuestión de seguridad, y los niños más pequeños se apuntaron a la milenaria tradición de ponerse de puntillas, pegar brincos como la gimnasta Nadia Comaneci y solicitar el alzado a sus parientes. Para el año que viene, un pelín más bajo.