Corría el año 1954 y a los pocos días de entrar a hacer la mili en Aviación, en el selecto Sector Aéreo, el comandante jefe hizo llamar a Carlos Monserrate: «Me han dicho que eres un buen pintor. Tengo unos cuadros que quiero que le des una pátina porque están muy fuertes de color», le comentó. El resultado fue que, por la mañana, el joven recluta hacía la mili como el resto y por las tardes seguía ocupado: «Le estuve pintando todo lo habido y por haber hasta después de la mili», confiesa. Y entre las tareas, el retrato de una antepasada del comandante. Pero no hubo pátina que valiera. «El cuadro era tan malo que le dije: Mi comandante, este retrato hay que pintarlo entero».

Cuando finalizó, su superior, ni corto ni perezoso, le pidió que pusiera su firma, Monserrate y al lado una fecha bastante improbable: 1830. Y pasaron los años hasta que en agosto de 2002, la Policía anunció que había recuperado una serie de objetos robados en un anticuario. Entre ellos se encontraba un cuadro que, según la información facilitada por un importante cargo en un museo de Málaga, se trataba del «retrato de la Duquesa de Guadalhorce, obra de Monserrate, de la escuela cordobesa del XIX».

Para que los malagueños pudieran identificarlos, los objetos robados se encontraban expuestos en el Archivo Municipal. Y allí que marchó Carlos Monserrate, que se encontró con el cuadro que pintó en la mili. «Miré el cuadro y dije: mío, mío», bromea.

El lienzo no fue pintado en 1830 sino en 1954 y el artista aclaró allí mismo que él nunca perteneció a la escuela cordobesa del XIX.