­Era la tarde de los nervios, de la ilusión y de las emociones. Y no defraudó. El 5 de enero se convierte en un día mágico para niños y no tan niños que disfrutan de los previos a la Noche de Reyes, la más especial del año. Y ayer no fue menos.

Miles de pequeños esperaban ver a sus Majestades los Reyes Magos de Oriente de cerca, estrechar sus manos, darles sus cartas y recibir algün consejo sobre cómo portarse, por qué no. Muchos cumplieron su sueño al acudir a los previos de la Cabalgata, con el rosco de Reyes recién tomado. Hacia las 16.45 y acompañados por su séquito salieron de la Alcazaba de Málaga para acudir a pie al Ayuntamiento, donde saludaron a las autoridades locales y se asomaron al balcón para decir «hola» a todos los presentes.

El niño Javier Chacón leyó una carta dirigida a Melchor, Gaspar y Baltasar en representación de todos los niños de Málaga. En ella les pidió «salud, trabajo para quien no tiene y un mensaje de esperanza para quienes lo están pasando mal». El niño, muy metido en su papel y animando al público , es despidió retándoles a verse el año que viene.

Una de las novedades de este año era la salida del cortejo de la cabalgata de Reyes de la calle Cervantes, en el Paseo de Reding, y no desde el Ayuntamiento. Una parada más extensa de lo habitual retrasó el desfile, al que daba inicio un escuadrón motero y la Banda del Real Cuerpo de Bomberos.

Los Reyes fueron a pie hasta rotonda del General Torrijos, donde se montaron en sus carrozas por riguroso orden. Baltasar no lo hizo hasta pasadas las 18.30 horas.

Ayer pusieron la nota musical varias bandas de la ciudad, que no quisieron dejar de tocar villancicos para animar al público entre carroza y carroza. La Banda de la Victoria, la de la Expiración, la Esperanza San Lorenzo Mártir tocaron «25 de diciembre», «Los Peces en el Río» o «Ya vienen los Reyes Magos», en un desfile que por fin incluyó alegorías y representaciones bíblicas relacionadas con el Nacimiento del Niño Jesús. Pero no faltaron los clásicos Bob Esponja, Hello Kitty o Pocoyó que más gusta a los pequeños de la casa. También hubo carrozas de Mario Bros, Gru y los minions o Ratatouille. Una carroza de Sabor a Málaga puso el toque institucional a la tarde noche con miles de caramelos, pues fue una de las que más tiró.

Los escuadrones romanos y de guardias y soldados de los Reyes así como de cuerpos de caballeros dieron empaque al acto, que se alejó más que nunca de una cabalgata de Carnavales y se acercó a la Noche de Reyes. Una cuadriga tirada por dos caballos percherones y varios caballos que bailaban al son de la música deleitaron a los más pequeños. Los padres, atónitos por el espectáculo, explicaban a sus hijos qué hacían los equinos. También llamaron la atención los cofres que portaban los pajes abriendo paso a los reyes. Llevados por cuatro de ellos llevaban, en cada caso, oro, incienso y mirra.

Entre pastorales, hebreos, pastores y soldados reales que tiraban de pesadas capas, varios elementos novedosos, como un enorme elefante móvil que portaba decenas de regalos, una carroza que representaba la fuente de la vida o unos espectaculares ángeles que decían anunciar el Nacimiento del Niño, aunque parecieran hadas.

Algunas de las carrozas que más llamaron la atención fueron la del Pueblo Hebreo, la Natividad o la Anunciación, acompañadas por pastores cuyos rostros se iluminaban cada vez que tiraban caramelos. «Es la primera vez que vengo y me hace mucha ilusión lanzar caramelos a los niños», decía una pequeña de 9 años. Al otro lado los que cogían caramelos y unos cuantos que se protegían de las lluvias -a veces torrenciales- de golosinas. Otros con paraguas, bolsas y sillas plegables demostraban que la experiencia es un grado y que toda ayuda es poca para hacerse con los mejores sitios y cantidades ingentes de dulces.

Las fuertes medidas de seguridad hacían recordar, inevitablemente, el trágico desfile de hace dos años. Este año voluntarios, policías, vallas y la constitución de las propias carrozas daban el toque frío, pero inevitable, al cortejo.

El desfile se alargó hasta la hora de la cena y concluyó en la plaza de la Merced. Desde allí, Los Reyes Magos fueron a la Catedral caminando para adorar al Niño en la Catedral. Después tenían mucho trabajo que hacer. Cargar a los camellos e ir casa por casa repartiendo magia y regalos.