­La familia del cabo Francisco Javier Soria Toledo, incluida su viuda que está a punto de dar a luz a su primer hijo, recibió ayer en Córdoba los restos mortales del militar malagueño de 36 años fallecido el miércoles en Líbano durante un ataque israelí sobre Hezbolá. El ministro de Defensa, Pedro Morenés, presidió en el aeródromo cordobés la recepción de los restos mortales que él mismo acompañó, junto a dos compañeros de Soria, en un helicóptero bimotor desde que llegaran a la base de Morón de la Frontera (Sevilla) procedente de Líbano en un avión de la Fuerza Aérea española. Antes del viaje, los soldados del contingente español, el mando de la misión de Naciones Unidas en Líbano (FINUL) y representantes del Ejército libanés rindieron honores al malagueño en el aeropuerto militar de Beirut, donde fue condecorado con la medalla de la ONU y con tres que concede el Ejército libanés: al herido en acción de combate, en acción de guerra y la del honor militar.

Ya en Córdoba, sede de la Brigada de Infantería Mecanizada Guzmán el Bueno X de Cerro Muriano a la que pertenecía el militar, el ministro mostró sus condolencias a los familiares del fallecido, entre los que estaban su mujer, sus padres, su hermana, los suegros y una cuñada, todos visiblemente afectados. Posteriormente, un grupo de Infantería Mecanizada trasladó el ataúd desde el helicóptero al coche fúnebre, en un cortejo con acordes de la Unidad de Música del Cuartel General de la Fuerza Terrestre, con base en Sevilla, así como la Banda de Guerra de Cerro Muriano. En uno de los momentos más emotivos de la tarde, Laura, la viuda, se desplazó hasta el vehículo junto a dos militares y permaneció unos minutos junto al féretro con los restos de su esposo.

El coche partió entonces hacia el Instituto Anatómico Forense de Córdoba para que se le practicara la autopsia, y después fue trasladado a la base militar de Cerro Muriano, donde a las 11.00 horas de hoy se celebra el funeral, si bien antes tendrá lugar una capilla ardiente privada en la misma base. De nuevo será el ministro de Defensa quien presida la ceremonia fúnebre en la que se le impondrá la Cruz al Mérito Militar con distintivo rojo en un acto en el que también estarán el jefe de Estado Mayor de la Defensa, almirante general Fernando García Sánchez, y el jefe de Estado Mayor del Ejército de Tierra, general de Ejército Jaime Domínguez Buj. Tras estos actos, el cuerpo será trasladado hasta Málaga para que sea incinerado en Parcemasa, según indicó el subdelegado del Gobierno en la provincia, Jorge Hernández Mollar.

Mientras tanto, el Gobierno español sigue pidiendo explicaciones sobre lo ocurrido el miércoles en el puesto de vigilancia que Soria ocupaba en la aldea de Ghayar, una zona fronteriza entre Israel y Líbano denominada Blue Line donde están situadas las tropas de la ONU, cuando su posición recibió un bombardeo de las tropas israelíes cuando éstas devolvían un ataque de Hezbolá en el que murieron dos soldados. El ministro de Exteriores y Cooperación, José Manuel García-Margallo, fue ayer más allá y dio por hecho que Francisco Javier Soria fue alcanzado por fuego de artillería de Israel. «Parece probado, salvo demostración en contrario, que el fuego era israelí y que las treinta granadas cayeron en la zona azul, de demarcación», justo donde se encuentran los cascos azules desplegados por la ONU y donde el militar español «estaba en un puesto fijo». Margallo hizo estas declaraciones después de que el Consejo de Seguridad de la ONU condenara la muerte del casco azul sin mencionar a responsables de los hechos, aunque sí anunció una investigación para aclarar si fue por fuego israelí o de la milicia libanesa Hezbolá. En este sentido, recordó que el ministro de Exteriores israelí le ha garantizado «la máxima colaboración de su Gobierno en esta investigación para extraer las conclusiones que sean oportunas». Por su parte, una fuente de un país miembro de la FINUL alimentó las dudas sobre la actuación de Israel, ya que aseguró que este ejército no advirtió a la Fuerza Interina de la ONU para Líbano de que atacaría la zona de Ghayar donde se ubica el puesto en el que se encontraba Soria. Su muerte es la decimotercera en la misión española en Líbano desde que se iniciara en 2006. El episodio más sangriento ocurrió en junio de 2007 cuando seis cascos azules, tres de ellos de origen colombiano, murieron por una explosión al paso de su vehículo blindado cerca de Jiam.