­Lo dicen profesores, psicólogos y terapeutas educacionales: la figura del padre-amigo es un error. Tomarse ciertas licencias con los hijos puede llevar a errores fatales, como ser demasiado permisivos. Y esto es, según los expertos, uno de los principales motivos por el que los adolescentes empiezan a consumir drogas y alcohol.

Juan José Soriano ha trabajado durante cerca de tres décadas en Proyecto Hombre. Ahora es el director terapéutico de MonteAlminara, un centro de rehabilitación de adicciones. Lleva años luchando contra la droga y, lo que es peor, contra sus consecuencias. El jueves participó en las III Jornadas de Concienciación Juvenil frente a las Drogas, que organiza el Centro de Tratamiento de Adicciones MonteAlminara y el Instituto Andaluz de la Juventud (IAJ), que reunieron a más de doscientos expertos y profesionales en adiciones procedentes de toda Andalucía que analizaron la irrupción de nuevas adicciones relacionadas con las tecnologías y la importancia de la formación, los tratamientos terapéuticos y el aumento de la precocidad en el consumo de drogas por parte de los jóvenes. Precisamente sobre este tema, el experto alerta de que los padres tienen la llave para cerrar la puerta al consumo, siempre que lo hagan antes de que sea habitual, para lo que necesitarán de ayuda externa. «Hay que hacer una reflexión seria, ver qué está pasando, qué carencias tienen porque al final su consumo tapa algo. La adicción simplemente es el síntoma de otros malestares», alerta el experto, que reconoce que la precocidad se está dando, sobre todo, en el consumo de alcohol y cannabis, para lo que se necesita un modelo educativo serio en el que imperen las normas y límites para evitar la inestabilidad propia de la adolescencia.

Por eso, señala dos factores clave que favorecen este consumo precoz: la accesibilidad y la percepción de riesgo baja. El bajo precio de una botella de alcohol favorece su consumo, de hecho, admite que se ha normalizado. «Socialmente está muy aceptado. Los adolescentes se marcan el objetivo de emborracharse: beben de forma compulsiva para llegar a su meta», señala Soriano, que indica que se ha puesto de moda beber de forma abusiva para emborracharse, sobre todo entre las chicas. Más de la mitad de los jóvenes de entre 14 y 18 años ha hecho botellón en el último mes y uno de cada cuatro con 14 años.

Los chicos, sin embargo, fuman más porros que ellas. Una droga dura que no deja de estar de moda porque hay numerosos mitos en torno a su consumo. «Y cada vez es más agresiva, con el cultivo transgénico del cannabis se han potenciado los poderes nocivos», alerta el director terapéutico de MonteAlminara, que reconoce que una de las sorpresas que más se lleva a diario en consulta es la percepción de riesgo bajo en torno al cannabis. Así, recuerda que las campañas de la Ley antitabaco sí calaron en este público, que se ha educado con lo perjudicial de fumar un cigarrillo. No obstante, están mal informados respecto a los porros, pues creen que tiene menos riesgos que el tabaco y, además, le atribuyen beneficios como que son terapéuticos contra el dolor y para aliviar algunas enfermedades.

Según datos del Plan Nacional sobre Drogas, en el último año, el 26,6% de los adolescentes de entre 14 y 18 años ha fumado porros y un 16,1% en el último mes. Y todo, pese a que cada vez hay más evidencias de que provocan daños en la memoria, falta de motivación y que, incluso, provocan enfermedades mentales. Por eso, en MonteAlminara van a crear una Escuela de Padres para darles pautas. No obstante, Juan José Soriano alerta de que el problema es global: hay que invertir en prevención, en juventud y en recursos personales. «Es un dinero bien invertido. Son el futuro».