En la avenida La Rosaleda hay un centro en el que todo se detiene cuando se cruza la puerta. Un mundo hecho a imagen y semejanza de los niños y los padres que allí acuden, lleno de profesionales que nunca pierden la sonrisa, por difícil que a veces sea su trabajo, y que apuestan por sacar el 200% de las capacidades de estos niños que, aseguran, son «infinitas».

Además de una sala de juegos en la que todo está etiquetado para aprender a comunicar, cuentan con una sala interactiva donde disfrutar de una sesión de sus dibujos animados favoritos que fomenta su autonomía o clases en las que aprender a hacer galletas, por ejemplo, por complejo que pueda parecer. El equipo Sidi cuenta con cerca de 30 profesionales de todos los ámbitos que se preocupan y ocupan de enseñar a los niños que allí acuden a interaccionar, socializar, comunicarse y establecer lazos de apoyo con sus semejantes. En apenas 15 años han ayudado a 1.800 niños.