Antes de analizar los documentos, el Archivo Histórico ordenó un tratamiento de choque que comenzó con la limpieza manual de hojarasca, barro, polvo o madera desintregada por el tiempo. Según Esther Cruces, el material (imagen) se sometió a la tecnología de la «atmósfera controlada», ya que el pésimo estado que presentaba descartó la aplicación de insecticidas. «Estaban mojados, con problemas originados por microorganismos activos y muy deteriorados por insectos y roedores», detalla Cruces. El procedimiento, realizado por una empresa especializada, consiste en introducir los archivos en burbujas selladas herméticamente en las que se inyecta nitrógeno para eliminar todo el oxígeno y, por tanto, aniquilar cualquier ser vivo y microorganismo mediante anoxia.