Conocí a Rafael Lafuente en 1950. Aunque nos separaban catorce o quince años, hicimos amistad en un encuentro que tuvimos en la residencia de verano que Educación y Descanso tenía en Torremolinos. En ese mismo año y en el mismo lugar conocí a Luis Molledo, un pintor al que dediqué un capítulo hace unos meses. Se publicó exactamente el 30 de octubre del año pasado.

Aquella coincidencia me sirvió para ampliar mis rudimentarios conocimientos de la radio; yo llevaba un par de años en este medio de difusión y Rafael lo había dejado dos años antes porque era un hombre inquieto y versátil; no había nacido para permanecer mucho tiempo en una misma actividad.

De su etapa como locutor y comentarista en Radio Nacional de España yo admiraba su voz, su capacidad de embelesar al oyente, su creatividad. Aunque su trabajo le obligaba a leer también los anuncios de las guías comerciales, sus intervenciones en otros programas eran serias, irónicas, divertidas, imaginativas… Posiblemente no se conserve ninguna grabación de aquellos años entre otras razones porque él fue anterior al invento de magnetofón, magnetófono o grabadora.

Recuerdo sus comentarios en la revista radiofónica La Farola y, cómo no, la anécdota de la retransmisión de un partido de fútbol del entonces C.D. Málaga en Valladolid con el titular de ésta ciudad.

Los que entonces hacían las retransmisiones de fútbol, una vez que Matías Prats dejó Málaga por Madrid, eran Pepe Cámara y Ángel Conejo. Por las razones que fueran, ni Cámara ni Alonso podían desplazarse a Valladolid para efectuar la retransmisión. El director, Salvador Rueda, encomendó a Rafael Lafuente que se hiciera cargo de esta responsabilidad. Lafuente le manifestó al director que nunca había asistido a un partido de fútbol y que no tenía ni la menor idea cómo se jugaba, ni los nombres de los futbolistas… salvo que se marcaban goles, y poco más.

Pero tuvo que ir a Valladolid y relatar las incidencias del partido Valladolid-Málaga. Como era un hombre culto y de fácil palabra, en los prolegómenos del partido, en lugar de hablar de los equipos y de los puestos que ocupaban en la clasificación, se dedicó a resaltar los monumentos de la ciudad, el río Pisuerga, sus primeros pobladores, la reconquista, cuando Felipe II trasladó la capital del reino a Madrid, etc.

Cuando empezó el partido contó a su manera lo que estaba ocurriendo en el campo. Con gran alegría cantó un gol del Málaga augurando un gran triunfo. El Málaga estaba jugando muy bien. Lo malo fue cuando el técnico Pepe o Paco Márquez (no recuerdo cual de los dos hermanos) le advirtió que el gol lo había marcado el Valladolid y que el Málaga estaba acorralado sin dar una a derechas.

De su etapa radiofónica surgió la fundación de la revista La Farola, a la que se le agregó de papel, porque todo empezó en la radio. Los fundadores fueron José Salas Guirior, Alfonso Canales y Rafael Lafuente. He tratado de localizar números de aquella deliciosa publicación presentada el 27 de enero de 1946 pero no he encontrado resto alguno. Una pena… y si alguien conserva los primeros números, que los guarde porque son un tesoro.

Un año en Berlín

De su permanencia en Berlín en mil novecientos cuarenta y pocos durante un año como inspector del Gobierno de España para examinar las condiciones de los trabajo de los obreros españoles en la industria alemana, me contó algunos detalles, así cómo su decisión de retornar y convertirse nada menos que en Jefe Nacional de la Obra Lucha contra el Paro, episodio que tuvo un final sangriento: alguien le arrojo una granada o bomba de mano cuando estaba en su despacho. Tras este atentado dejó Madrid y se trasladó a Málaga donde empezó su aventura radiofónica.

Se instaló en Torremolinos. Yo estuve varias veces en su casa, donde conocí a su mujer y a sus tres hijos: Rafael, Pinona y Lourdes; Rafael, por si no lo han adivinado, es el que todos los sábados en estas mismas páginas de L.O., cuenta historias deliciosas desde su dorado rincón de Marbella disfrutando de una merecida jubilación después de haber entregado su vida al turismo a través de agencias de viajes, dirección de hoteles de lujo y dirigir la mejor escuela de Hostelería de España, La Cónsula. La historia de La Fuente, hijo, es punto y parte. El mundo del turismo de la Costa del Sol sabe de su buen hacer.

Rafael, padre, ya había dejado atrás trabajos diversos, entre ellos, ejercer de negro escribiéndole los discursos a un delegado de Sindicatos, colaboraciones en periódicos y revistas, escribiendo siempre con una pluma la corona que mojaba una y otra vez en el tintero que siempre llevaba consigo. Hasta tuvo en su casa como huésped al joven actor de cine y teatro José Luis Pellicena, que al empezar a perder el pelo le aconsejaron que si se pelaba al cero le crecería un pelo más recio.

Flamenco, Mojácar, discursos...

o poseo tres de sus libros, que me dedicó cariñosamente: The Truth About Flamenco, escrito inglés y, como adelanta el título, dedicado al flamenco, con especificación de los distintos palos, cantaores, historia… El segundo, ya dentro de su faceta consagrada a la futurología, se titula La magia acusa a la ciencia y, finalmente, Polvo de Estrellas, editado en 1985 en el que defiende la astrología, la futurología, ataca a los detractores de estas ramas del saber y recoge sus aciertos en la adivinación de sucesos, predicción del tiempo e incluso de su propio fallecimiento…, que acertó a medias porque no murió en la fecha que adelantó.

Supongo que los tres libros ya no estarán en el mercado editorial, pero si alguien puede acceder al citado en tercer lugar lo pasará muy bien.

También hizo una escapada a Mojácar (Almería) donde colaboró de forma activa para el lanzamiento turístico del pueblo, que hoy está entre las localidades turísticas andaluzas más preciadas.

En esta última etapa de su vida, Rafael Lafuente tuvo secciones fijas en periódicos y revistas como Sur, Sol de España, La Vanguardia, Pueblo, El Noticiero, Interviú, Triunfo... Apareció varias veces en televisión, tomó parte en tertulias, era invitado precisamente para hacer predicciones…

Denuncia a un computador

Una de las decisiones más llamativas de su agitada vida fue la denuncia por estafa a ¡un computador! A través del abogado malagueño Victoriano Frías presentó en el Juzgado de Instrucción de Málaga una denuncia por presunta estafa al computador Astro-Life, la empresa madrileña que vendía horóscopos en serie a través de una red de emisoras de radio.

Acusaba a la empresa de valerse de una publicidad falsamente científica para explotar la angustia humana. Según la denuncia, la pretendida seriedad científico-astrológica de los horóscopos fabricados se tipifica como delito por estafa en el artículo 529, primero, y como falta, en el 587, cuarto, ambos del Código Penal.

Gracias a la amistad que nos unía, la primicia la di en Radio Nacional y en una crónica, publicada en la última página Pueblo, la elegida para las noticias más sobresalientes de la jornada. Un fotocopia de aquella crónica ilustra la colaboración de hoy

Alumno de Inglés

En uno de aquellos años, Rafael dio clases particulares de inglés. Yo fui alumno suyo. Íbamos cuatro amigos a sus clases en calle San Agustín. Como charlábamos de mil cosas, las clases, con respecto a mí, no fueron suficientes para aprender el idioma. Hablábamos de literatura, de cine, de política, de arte, de turismo, de radio…, pero en español.

Rafael nació en Serón (Almería) en 1914 y creo que falleció en Málaga en 1990 a los 76 años. Parte de su niñez la pasó en Alhama de Granada, donde, lo cuenta en uno de sus libros, fue confirmado por el arzobispo de Granada que, al parecer, se le fue la mano al administrarle el sacramento, y el confirmando no se pudo resistir y gritó: «¡Bruto!».