Los llamados «ninis» tienen un colectivo antagonista, los «sisis». Son jóvenes, cursan estudios y trabajan a la vez bien porque están realizando prácticas relacionadas con lo que estudian o bien por motivos de necesidad económica o para disponer de más independencia. Hay 58.776 jóvenes en Andalucía que compaginan su vida laboral y académica, según el último informe del Observatorio de la Emancipación elaborado por el Consejo de la Juventud de España. Esto supone que un 17,1% de la población andaluza menor de 30 años realiza ambas actividades, uno de los porcentajes más bajos de España.

Los argumentos de este auge en el fenómeno «sí-sí» son varios según la profesora universitaria, Begoña Cueto, quien asegura que «el incremento de los precios de la educación junto con la reducción de la renta de las familias hace que algunos estudiantes decidan trabajar para, o bien apoyar a la familia, o bien disponer de unos ingresos propios».

Y, aunque estas prácticas sean más comunes en otros países como Reino Unido, Estados Unidos u otros países europeos del norte, se debe, según la opinión del experto en el mercado laboral a que «son países en los que el trabajo a tiempo parcial es más frecuente y existe un mercado laboral mucho más dinámico y con más oportunidades, con un nivel de desempleo muy bajo».

En España, esta es una elección que genera sacrificios en los jóvenes que optan por ella. Y el principal motivo tiene que ver con que los planes de estudios no están enfocados a que el estudiante tenga una responsabilidad laboral.

El especialista en Formación para el Trabajo, Antonio Rial, establece que se deberían adaptar esos planes para los que tengan un empleo ya que «estudiar y trabajar al mismo tiempo es importante porque el trabajo es formativo». Compatibilizar las dos actividades abrirá más puertas en un futuro porque, en ocasiones, el joven «entre la carrera y el máster, llega a los 30 años al mercado laboral sin ningún tipo de experiencia y así le será más difícil insertarse», augura Rial.

Uno de cada cuatro jóvenes de entre 16 y 24 años asegura haber tenido alguna experiencia laboral mientras realizaba sus estudios, como muestra la Encuesta de Población Activa que investiga la incorporación de los jóvenes al mercado laboral durante 2016.

Aunque la realidad es que estos trabajos no suelen estar relacionados con los estudios que cursan, que sería lo idóneo, sino que «muchas veces acaban en la hostelería o en el comercio», establece el especialista y profesor de la Facultad de Ciencias de la Educación, Antonio Rial.

En España hay 4.142.400 asalariados de 16 a 34 años, entre ellos la mayoría ha conseguido su empleo gracias a familiares, amigos o conocidos, concretamente un 41,68%. La solicitud directa al empresario es un recurso que comienza a cobrar importancia con la edad, es decir, de los jóvenes entre 16 y 24 años utilizó esta vía el 20,45% frente al 22,6% de las personas de 30 a 34 años, según la EPA.Emancipación

La emancipación es otra de las preocupaciones a las que se enfrentan en la actualidad los jóvenes andaluces. Solo el 17,4% de la población menor de 30 años se ha independizado, según los datos de 2016. Lo que supone un 2,28% menos con respecto al año anterior, como indica el último estudio del Observatorio de Emancipación.

Entre los motivos se encuentra el nivel de desempleo entre los jóvenes, la temporalidad, la reducción del salario y el aumento del precio del alquiler. Todo ello hace que el esfuerzo que tiene que hacer un joven para independizarse se haya incrementado.

La mayor tasa de emancipación residencial en Andalucía se da entre los jóvenes con estudios primarios. En el comentado estudio se observa cómo a medida que la continuación de estudios avanza hay mayor dificultad para independizarse. Si bien en España hay un 26% de la población con estudios universitarios que ha logrado emanciparse, en la comunidad andaluza este porcentaje es del 18,7%.

El precio del alquiler ha aumentado en Andalucía un 4,93%. Esto conlleva que para la población joven asalariada el precio de alquiler represente el 60,2% de sus ingresos. Este es un esfuerzo que supera el 30% recomendable que tendrían que hacer los jóvenes.