Ni las tímidas lluvias de ayer ni el temporal a deshora de agosto. Después de un nuevo verano de máxima presión en el consumo, y tras un curso de escasas precipitaciones, la provincia de Málaga se despide del año hidrológico -que oficialmente acaba el 30 de septiembre- con las reservas de agua muy mermadas. Tanto como para enunciar el fantasma de la sequía y de las medidas de urgencia. Esta vez sin un ápice de exageración. Con la mirada puesta en un nivel, el de los pantanos, que ya es oficialmente el más bajo, y por lo tanto el más preocupante, de los últimos nueve años.

Según los datos recogidos por la Consejería de Medio Ambiente, los pantanos suman actualmente 223, 86 hectómetros cúbicos. Una cantidad que apenas da para situarlos de media al 36,28 por ciento de su capacidad. Para advertir una cuota más baja hay que remontarse a 2008, cuando la provincia se encontraba bajo el cuadrante excepcional del decreto de emergencia. De acuerdo con fuentes de la administración, el suministro está garantizado como mínimo para un año. Incluso, en el peor de los escenarios, el de la ausencia casi total de precipitaciones. A nadie se le escapa, sin embargo, que la situación no es, ni mucho menos, la ideal. Especialmente, si se confronta con el pasado ejercicio, que ya había puesto en sobreaviso en este mismo sentido. En los últimos doce meses, los embalses han reducido su caudal en un 5 por ciento, perdiendo 31 hectómetros. Y acercándose cada vez más a la línea roja de menos de un tercio de su tope de almacenaje.

Las diferencias respecto a 2005, fecha en la que la Junta se vio obligada a activar el decreto de sequía, no son ya tan tranquilizadoras. Es más, el sistema del Guadalhorce -que abarca los embalses Conde Guadalhorce, Guadalhorce y Guadalteba -está a tan sólo 50 hectómetros de alcanzar la cifra que la normativa se fija para hacer oficial la declaración y reanudar la política de restricciones y de iniciativas especiales de ahorro.

La pérdida de recursos obedece a la falta de lluvias de los últimos años, que se ha acrecentado con un curso hidrológico irregular, muy por debajo de la media histórica en algunos puntos de la provincia. Las zonas más castigadas son una vez más las que más dependen de la agricultura. Guadalhorce y La Axarquía, que tiene como gran referencia el pantano de mayores dimensiones, La Viñuela, actualmente al 26,22 por ciento, diez puntos menos que en la misma fecha de 2016. La Consejería de Medio Ambiente tiene previsto celebrar hoy una reunión interna para analizar la marcha del ejercicio e impulsar posibles medidas correctoras. Además, la semana próxima se convocará presumiblemente la Mesa del Agua, que congrega a todas los agentes implicados en la gestión de los recursos hídricos. Hace apenas unos días la Junta aprobó prolongar una semana el periodo autorizado de riego de la comarca del Guadalhorce, que, a través de sus organizaciones relacionadas con la agricultura, se ha mostrado muy preocupada por el efecto de la carestía en los cultivos.

Dos de las medidas que tendrán que ser impulsadas en los próximos meses son el trasvase desde el pantano de Iznájar, en Córdoba, y la construcción de una conducción que permita aliviar los problemas de La Viñuela con excedentes procedentes de la Costa del Sol. Este último proyecto está incluido en el protocolo de actuaciones aprobado por la Junta y el Gobierno, si bien aún no ha sido acotado respecto a plazos ni se han iniciado las obras. Otra opción es la de hacer trabajar a máximo rendimiento la desaladora del Atabal para tratar las aguas del pantano del Guadalhorce. El umbral crítico, en cualquier caso, lo marcará el próximo mes, fundamentalmente por la evolución del tiempo.