Como cada 16 de julio, la costa malagueña volvió a llenarse de fieles devotos que aguardaban con impaciencia la aparición de la Virgen del Carmen. Era momento de dejar a un lado la cuestión de creer o no creer. Poco importa eso en la zona costera de la provincia en dicha fecha.

La Estrella de los Mares volvía a dejarse ver por las aguas del mar Mediterráneo a su paso por Málaga, volvía a rendir homenaje a los que en también reinaban y dominaban las olas y que, desgraciadamente dejaron de hacerlo. La salida de la Virgen del Carmen de la Parroquia Nuestra Señora de las Angustias es una cita simbólica en memoria de los pescadores que perdieron la vida en el mar.

En lo que a la capital malagueña respecta, los barrios de Pedregalejo y El Palo son expertos en la celebración de este tributo. Su historia, su gente, sus costumbres y su experiencia hablan por sí solas en este aspecto.

No dio tregua en este día, eso sí, el sol. Duro y en absoluto piadoso, arremetía contra los vecinos de El Palo, que se agolpaban a las puertas del lugar donde descansa su particular Reina del Mar. La Parroquia Nuestra Señora de las Angustias no dejaba de recibir en sus inmediaciones a miles de incondicionales, desafiando a los violentos rayos de sol. Los más afortunados podían permitirse el lujo de disfrutar de la Estrella de los Mares desde el balcón de casa. Cobijados bajo la sombra del hogar, curioseaban desde las alturas.

A las cinco de la tarde ya podía intuir que los rezagados no las tenían todas consigo para poder disfrutar. La multitud que ocupaba las calles no lo pondría fácil. Niños, ancianos, familias, parejas. No podía existir más variedad frente al templo de la Virgen del Carmen, decorado para la ocasión. Redes de pesca y remos adornaban los alrededores del lugar, cumpliendo su función de adorno y de protección a la protagonista de la tarde y noche.

Multitud

Los gritos de los vendedores de pulseras y pañuelos con la Virgen del Carmen estampada comenzaban a ahogarse en una multitud que arrancaba a aplaudir la salida de los primeros feligreses, ataviados con el tradicional traje de marengo. Primero los niños de menor edad, algo distraídos y cansados, pero ilusionados como los que más. Desfilaban acompañados y protegidos por adolescentes, atentos para cuando sus fuerzas y concentración comenzaran a agotarse. Exactamente a las 17.41, la gran esperada inició su andadura en busca de su homóloga en Pedregalejo, entre aplausos y cánticos, como estímulos al oído, y entre flashes y brazos alzados que culminaban en móviles.

Un año más, los vecinos volvieron a saciar su deseo de vestir de marengo, de disfrutar del desfile de la Estrella de los Mares. «He vivido esto desde siempre, vengo todos los años desde Alhaurín de la Torre, con la pierna delicada, expresamente para verla», nos cuenta Victoria, vecina de El Palo de toda la vida.

Por su parte, Raúl Gaitán, ex futbolista paleño que vistió las camisetas del Málaga, Marbella o Estepona (entre otros), señaló: «Es un evento muy importante y especial para el barrio, lo esperamos durante todo el año con muchas ganas».