­Es uno de los grandes expertos en la puesta en marcha de Innovación Educativa en los colegios e institutos. Javier Bahón, formador y asesor educativo en centros escolares y centros de formación de profesorado, está en Málaga llevando a cabo un seguimiento de la «revolución educativa» iniciada en los colegios El Romeral y Sierra Blanca. De este modo, imparte sesiones de formación con profesores y padres de alumnos. Bahón considera que urge superar el antiguo modelo de lección magistral del profesor y de educación memorístico y sustituirlo por otro en el que el alumno sea el protagonista de su formación. Y que ésta sea divertida.

¿Qué se entiende por innovación educativa?

Utilizar estrategias que principalmente tienen un refrendo en la neurociencia y en las teorías del aprendizaje y que consiguen un mejor aprendizaje en el alumno. Es cierto que muchas de las cosas que decimos que son innovación educativa pueden provenir de hace 2.000 años. Hoy en día hablamos de «aprender haciendo». Está muy de moda. Sin embargo, ya lo afirmaba Aristóteles. No son experimentos nuevos, sino aspectos que no han llegado a calar en la práctica real del aula y cada vez se hace más urgente. No por innovar o por modas, sino porque la sociedad y los ámbitos profesionales y la globalización del mundo, exigen ese cambio de competencias. Ahora más que nunca, tenemos que enseñar de otra forma.

¿Se enseña a aprender en el colegio?

Dentro de la reflexión que se hizo a nivel europeo, se estableció que debía haber un perfil de ciudadano, y una de las competencias fundamentales es que estuviera aprendiendo durante toda su vida. En el mundo global, en el que donde todo avanza muy rápidamente, ya no es válido el momento anterior. Es necesaria una adaptación y un aprendizaje constate. Tiene que ser un hábito fundamental y hay que estar dispuesto. No sentirse uno nunca completamente formado. Cuando la exigencia del entorno es tan clara, o te sigues formando o mueres profesionalmente.

¿El profesor ya no se dedica únicamente a instruir y el alumno a recibir la información, tomar notas y consultar su libro de texto?

El objetivo es que la mente activa sea la del alumno. Un cerebro solo aprende cuando está activo en primera persona. Que el profesor sepa mucho y lo esté contando no asegura que el alumno lo aprenda. Por tanto, el docente tiene que asumir un papel más bien de mediador o de coach para que el aprendizaje llegue a los alumnos y, por tanto, proveerles también de las estrategias más adecuadas para ello. En nuestra formación es lo que prima: usar estrategias válidas que casen con las teorías del aprendizaje moderno, para que cualquier persona pueda ser autónoma.

¿Se enseña en las facultades de Ciencia de la Educación este nuevo modelo a los futuros maestros?

No se enseña en las facultades. Esto solo lo puede enseñar el que lo sabe. Y es muy triste. A pesar de que hay movimientos y pasos adelante, lo cierto es que aún los que enseñan a los nuevos profesores siguen estando un poco anclados en sinergias anteriores. Necesitarían también un cambio en su formación y empezar a formar, prescindiendo de los formatos magistrales a los formatos activos.

¿Y la innovación educativa cuenta en las oposiciones a maestro?

Todo depende de cada tribunal. Pero puede tener una cabida perfecta. Cuando los chavales se forman en otros modos de educar, esto lo incorporan en sus unidades didácticas.

¿De qué depende su aplicación, de la voluntad propia de cada docente o de la ley?

Cualquier preámbulo de ley podríamos decir que es notablemente innovador. Los enfoques de las últimas, ya sea la LOE o la LOMCE, casan con la innovación. Cuando hablamos de personalizar la educación en el alumno, de que aprenda a través del cooperativo, de los distintos estilos de aprendizaje... se habla de innovación. Aunque es cierto que aún no hay una formación suficiente para que se pueda llevar al aula. Si el docente no tiene una formación profunda es casi imposible que salga de su zona de confort. Todos conocemos cómo se nos enseñó a nosotros y tratamos de imitarlo. Ya no solo los profesores, también las familias. Precisamente la innovación educativa consiste en separarse de eso, en olvidar esos patrones y no caer en el miedo lógico de los humanos. Al contrario. Hay que divertirse aprendiendo. Aprender y disfrutar tiene que ir vinculado siempre en el ámbito educativo.

¿Cómo responden los alumnos?

Cuando los alumnos piensan de forma crítica y creativa, esa simple involucración en la actividad real, les hace estar muchísimo más motivados y cada día se transforma en un día mucho más divertido en el aprendizaje. Además, hay que saber que menos es más. Más vale dar menos cosas pero hacerlo de forma profunda y totalmente comprendida a que tengamos que correr como locos porque no da tiempo de terminar el temario. El alumno, cuando participa, se involucra. Participando de forma cooperativa se ayudan mucho, aprenden entre ellos, y el profesor también puede mediar con los alumnos que más lo necesitan.

¿Qué papel juegan las nuevas tecnologías en este proceso de innovación educativa?

Las TIC son un motivador más. Un medio audiovisual es más rico que uno estático. Pero no vamos a rechazar nunca el papel. No hay por qué hacerlo, ya que cada cosa tiene su lugar. Lo fundamental en el aprendizaje es la interacción humana. Si tengo esto claro, el medio tecnológico me dará igual. Es una herramienta que diversifica, pero que en absoluto da solución ni es absolutamente necesario. Y como lo más importante es la interacción humana y aprender depende de la actividad que le mando hacer a mi cerebro, si delante tengo un libro, un iPad o un cuadro de Velázquez es secundario.