Sobrevive en núcleos aislados entre la costa de Torremolinos y la de Almuñécar. La siempreviva malagueña (Limonium malacitanum) es una planta vecina del mar que en un litoral tan masificado como el de Málaga se encuentra en peligro de extinción. De hecho, está recogida en los catálogos español y andaluz de especies amenazadas.

De forma excepcional, crece en unos pocos metros cuadrados dentro del Balneario del Carmen y, paradójicamente, gracias al tenis. Como recuerda Rafael Serrano, empleado del Balneario, «aquí estaba el Real Club Tenis Málaga, cuatro pistas de tierra batida que había que arreglar cada dos días: la tierra se traía de la cantera de Almellones y había que encharcarla, pasarle el rulo, pintarla y pasarle la estera».

Rafael empezó con ocho o nueve años a trabajar en las pistas, en el año 61. En los 70 fueron reemplazadas por las dos de hormigón actuales y está convencido de que esa tierra roja de Almellones es la que trajo las semillas de Limonium malacitanum.

«Hay limonium al pie de las pistas y también entre las dos, una hilera entera. Tiene un poco de protección y crece, hablamos prácticamente de todo el contorno», comenta el pasado jueves Adolfo García, de la asociación de vecinos de Pedregalejo.

El colectivo vecinal reclama el traslado de las dos pistas, «y si no es posible, al menos de una», apunta Adolfo García, para que la siempreviva malagueña pueda seguir extendiéndose en el resto de estos terrenos.

Como recuerda Miguel Ángel Barba, responsable de la asociación ecologista Almijara, «en el proyecto original de Costas de reforma de los Baños del Carmen las pistas no van aquí sino a una esquina pegada a calle Bolivia», informa. En cualquier caso, la presencia de la siempreviva malagueña entre las pistas de tenis «evidencia que este es su ecosistema típico, así que si levantas un trozo de pista, el año que viene crece seguro».

En opinión de Adolfo García, lo primordial es «mantener el perímetro de esta especie». Lo que vecinos y ecologistas proponen es un pequeño vallado de todo el espacio donde crece la siempreviva malagueña, «porque si vas a tener especies vulnerables hay que vallarlas de alguna manera pues si no, tienes las toallas aquí», destaca Miguel Ángel Barba. La iniciativa también la apoya Antonio Delgado, representante en Málaga Este de la federación vecinal Unidad.

Los dos colectivos implicados se oponen a que por la zona pase la prolongación de un paseo marítimo duro, como está proyectado.

«Continuar ese paseo por aquí sería una aberración total, es decir, meter hormigón, asfalto y luces en un sitio que nunca ha tenido», señala Miguel Ángel Barba, que en su lugar propone pasarelas de madera que permitirían conservar este espacio «y además de Limonium malacitanum se podría plantar Maitenus senegalensis, narcisos de playa y de forma alternada, enebros y sabinas».

Adolfo García aprovecha para recordar que la resolución del Ministerio de Medio Ambiente de 2017 para que se haga una evaluación de impacto medioambiental más amplia insta a tomar «todas las medidas necesarias para evitar el deterioro de esta población» y recuerda que se vería «completamente afectada» si se aborda el tramo de levante del proyecto.

En este sentido, Adolfo García reclama que los técnicos que ahora debaten el proyecto de reforma cuenten con el asesoramiento tanto de la asociación ecologista Almijara como del Aula del Mar.

El objetivo, dice, es que las administraciones contemplen los terrenos del balneario como una «reserva ecológica desde la punta del Morlaco a la punta de Varadero», con cinco espacios «que hay que mantener»: «Los fondos marinos, el roquedal, las playas naturales, las especies protegidas y el parque en sí».

Vecinos y ecologistas confían en que los aspectos más invasivos del proyecto de 2010 se eliminen y en este pequeño enclave de Málaga prime, sobre todo, el respeto al Medio Ambiente.