La Audiencia Nacional ha condenado a tres años de cárcel a los tres miembros de una banda organizada, todos ellos de nacionalidad rumana, dedicada a clonar tarjetas de crédito mediante la instalación de dispositivos de lectores-grabadores en los cajeros automáticos de Málaga, Huelva, Sevilla y Córdoba.

La sentencia de conformidad los considera responsables, en concepto de autores, de un delito de falsificación de tarjetas de crédito y débito en concurso ideal con un delito de estafa continuado y de un delito de pertenencia a grupo criminal imponiéndoles por el primero la pena de cárcel.

En cuanto al delito de pertenencia a grupo criminal, la Audiencia Nacional condena también a cada uno a 6 meses de prisión a sustituir por pena de un año de multa con una cuota diaria de seis euros (en total 2.190 euros).

En esta causa ha sido aplicada a los acusados las atenuantes de reparación del daño, puesto que cada uno de ellos antes de la celebración del juicio oral abonaron en concepto de responsabilidad civil 355,71 euros; y la de dilaciones indebidas ya que el Juzgado Central de Instrucción número 3 aceptó la competencia para conocer del procedimiento cuando habían transcurrido más de cinco años de instrucción.

Se considera probado que los acusados desde al menos el año 2012, de forma coordinada y puestos de acuerdo para ello, se dedicaban a la instalación de dispositivos de lectores-grabadores en los cajeros automáticos de entidades bancarias de Málaga, Huelva, Sevilla y Córdoba, con la finalidad de conseguir los datos de las tarjetas de crédito y débito de los usuarios («skimming») para fabricar tarjetas falsas y utilizar las mismas, bien para sacar directamente dinero de los cajeros automáticos, bien para adquirir bienes y servicios en los comercios.

Tras ser detenidos el 13 de octubre de 2012 en la capital onubense por la Policía Nacional se inicia una investigación que permite descubrir que los investigados formaban una banda organizada con reparto de tareas.

Uno de ellos ejercía las funciones de instalación de los dispositivos de clonación; otro desarrollaba labores de vigilancia y apoyo, así como de transporte del dispositivo de clonación y herramientas en la instalación de los dispositivos, mientras que el tercero se encargada de la logística.

Gozaban de la infraestructura necesaria, no solo para operar fraudulentamente en España, sino también en el extranjero, pues traspasaban la numeración de las tarjetas clonadas a otros miembros de la organización quienes las utilizaban en otros países, concretamente en Rumanía, Nueva Zelanda y, fundamentalmente, en Colombia, dejando más de 300 afectados por estos hechos y cuantiosas pérdidas.