La descarga de cualquier aplicación pasa por una pregunta clave que, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, muchos pasan por alto sin prestarle la atención que merece. Las condiciones y la política de privacidad esconden el verdadero precio de las app gratuitas: la información personal. Una gran parte de la población no sabe a qué queda expuesto con lo que comparte con determinadas empresas o con lo que decide dar a conocer públicamente en sus redes. Por ello, se antoja necesario conocer cuáles son los peligros a los que nos enfrentamos en internet, qué podemos hacer para evitarlos y cómo identificarlos.

En Andalucía, el 42,9 por ciento de las personas no restringe o rechaza el acceso a datos personales cuando instala una aplicación, según se extrae de la encuesta sobre equipamiento y uso de tecnologías de información y comunicación en los hogares. Esta, perteneciente a los datos de 2018, contempla variables como la confianza o la seguridad y privacidad en Internet.

Fotografías, vídeos, emails, historial de llamadas, contactos y un largo etcétera pueden quedar expuestos con la descarga de una aplicación. «Podemos estar ofreciendo una suculenta puerta de entrada a otros sistemas relacionados con nuestro dispositivo», explica Ana Nieto, investigadora de la Universidad de Málaga especializada en ciberseguridad, quien aclara que todo ello depende del poder que le concedamos a nuestro dispositivo personal. «Por ejemplo, si es capaz de abrir la puerta de tu coche o de tu casa, y esa aplicación no está desarrollada de forma segura, podríamos estar ante problemas de seguridad informática que acaban afectando a los usuarios de forma muy directa, más allá de las redes», advierte.

De los encuestados, el 7,9 por ciento no sabía ni siquiera que podía evitar dar esa información; mientras que el 35 por ciento se limitó a aceptar los accesos a datos personales que las aplicaciones les solicitan, sin rechazar o restringirlas. La media nacional de quienes optaron por una de estas dos opciones es de un 34,5 por ciento; superando solo el 40 por ciento la comunidad andaluza, Extremadura y Ceuta.

El peligro al que los usuarios quedan expuestos depende de la aplicación. Así, están las que, para llevar a cabo su cometido, necesitan el acceso a la carpeta de fotos y si no se le da, no funcionará como se espera. «El problema es que hay un gran número de aplicaciones que, o bien se exceden en su cometido o bien piden permisos que están más allá de lo que necesitan realmente para funcionar», asegura Nieto. Además, «otras muchas aplicaciones no cuentan con medidas de seguridad para proteger estos datos. Y, claro está, también hay aplicaciones que están pensadas para obtener datos y venderlos a terceros».

Venta de información

«Los datos de un usuario son un negocio muy lucrativo», afirma la investigadora, y es que los móviles son una herramienta clave para analizar el comportamiento de los usuarios. «Todo el mundo hace bromas sobre todo lo que conoce Google de nosotros, pero muy pocos usuarios llegan a saber la existencia de lo que se conoce como data brokers, entidades que se dedican por completo a recopilar datos y venderlos», advierte.

Además del nivel de conciencia que tiene la población sobre el uso de sus datos personales cuando descarga una aplicación, la última encuesta del INE también se centra en el grado de conocimiento de las herramientas de seguridad informática. El 19,3 por ciento no usa ningún software para protegerse en internet; y otro 8,1 por ciento no sabe si las utiliza. El motivo, según esta experta en ciberseguridad, es que «algunos usuarios creen que sus dispositivos los protegen bastante, y se relajan con las opciones de seguridad por defecto».

En este sentido, explica que a pesar de que se ha avanzado mucho en esa línea «si al final el usuario no comprende bien en qué consiste dicha protección puede ser un problema». Y es que «hay softwares maliciosos que pueden desactivar dichas protecciones de seguridad. Si nunca supiste si antes estaban, no notarás el cambio cuando ocurra y quedes desprotegido».

Por otro lado, de los 5.355.865 usuarios de Andalucía en 2018, el 33,5 por ciento no confía en internet, mientras que la gran mayoría, el 66,5 por ciento, asegura que confía bastante o mucho. Para Nieto, las razones están relacionadas con la sensación de familiaridad que aportan los dispositivos personales, con el hábito de uso o con la falsa sensación de seguridad. «Los riesgos en internet no son tan visibles como otras amenazas».

Consejos

Ante empresas que se dedican a recopilar y vender datos, la confianza excesiva de los usuarios y el desconocimiento de lo que determinadas aplicaciones pueden hacer con todos los datos que se guardan en el dispositivo es necesario una mayor concienciación. «Cada vez que te conectas a internet dejas una huella que puede ser difícil de borrar según qué hagas», explica Ana Nieto.

Así, aparte de la necesidad de mantener actualizadas las aplicaciones, de evitar descargas en sitios no oficiales y las aplicaciones que piden más derechos de los que necesitan para funcionar, «aún quedaría el factor humano». Y es que hay que perder el miedo a lo tecnológico, aceptar que está presente en el día a día y «no solo actualizar los dispositivos, sino a nosotros mismos».

Internet es un arma de doble filo, por lo que lo principal es conocer los riesgos y actuar con prudencia. «Es magnífica para mantener el contacto con tus seres queridos, iniciar nuevas relaciones y aprender mucho sobre infinidad de temas y muy rápido». Sin embargo, «también permite una difusión enormemente rápida de cualquier contenido como por ejemplo, una foto muy personal y obtener muchísima información sobre personas y organizaciones».

Por ello, Nieto aconseja hacernos tres preguntas antes de publicar una foto. En primer lugar, si queremos que esa foto esté para siempre en internet. «Cuando somos jóvenes todos cometemos torpezas, sin embargo, cometerlas en internet hace que estas torpezas estén disponibles para cualquiera, en cualquier parte del mundo». En segundo lugar, si queremos que cualquiera pueda saber que estamos fuera de casa. «Ya se conocen robos en casas de particulares en los que los ladrones han consultado perfiles de las víctimas para saber si estaban o no en casa; también los ciber-acosadores pueden emplear esta información para saber tu paradero, o bien para intentar ganar tu confianza, simulando que saben cosas de tu vida porque tú se las contaste, simulando una relación anterior que nunca existió pero que resulta creíble a raíz de lo que te cuenta». Y por último, si queremos que aquellos que vamos a decir lo vea nuestro futuro jefe. «Las personas que te contratarán también usarán Internet para conocerte mejor y tomar la decisión sobre si contratarte o no».

«Todo está conectado, lo que haces en internet puede afectar directamente a tu vida».