Verano, una época deseada por muchos a lo largo del año. Empiezan los primeros baños en la playa, los paseos bajo el sol, heladerías llenas y las deseadas vacaciones a la vuelta de la esquina. Para muchos, es una oportunidad de viajar y conocer mundo o, simplemente, descansar tras un largo año de trabajo, pero, para otros, es volver a su tierra. A su casa y con su familia.

Este es el caso de las miles de personas que cruzan cada verano el Estrecho desde el Puerto de Málaga. Un total de seis horas de viaje que simbolizan un paso hacia delante en la vuelta a su hogar por un pequeño periodo de tiempo. Desde Alemania, Holanda, Bélgica o diferentes países del norte de Europa viajan para coger el buque que les lleve a Melilla. «Su finalidad es hacer el viaje cuanto antes. Muchas veces los viajeros van recorriendo los puertos en busca del barco que les permita volver lo más rápido posible», afirma José Manuel Herzog, personal de Protección Civil. Si no encuentran una plaza en Málaga, no dudan en buscar en el puerto de Algeciras o Motril un hueco para viajar.

Tras más de 20 horas de conducción en muchos casos, los pasajeros llegan muy cansados, por lo que la finalidad principal de este operativo es facilitar el tránsito hacia su tierra. Para que la espera sea más amena, disponen de dos carpas que ofrecen más de 12.000 metros donde poder pasar el tiempo junto con otros viajeros. Para los más pequeños, el operativo ha dispuesto una ludoteca donde pueden jugar y entretenerse. Hasta 37 niños han pasado en un día por ese espacio. En las paredes quedan los dibujos de los más pequeños a esperas de que vuelvan otros.

Uno de los principales inconvenientes, es la falta de voluntariado, puesto que esta carpa está gestionada por las juventudes de Cruz Roja, y trabajan según la disponibilidad del voluntario, que suele ser de viernes a domingo o en puntos de mayor afluencia.

Además, disponen de aseos y duchas, así como de un comercio donde poder comprar alimentos y una carpa para el rezo para intentar mejorar las condiciones de la espera.

Uno de los servicios más primordiales en este operativo es el centro sanitario de Cruz Roja, donde los pasajeros son atendidos en caso de necesidad. «Aquí se cubre una primera asistencia sanitaria inicial. Suelen ser casos leves que implican alguna cura o golpes de los largos viajes desde todas partes de Europa. En muchos casos no quieren ir al centro de salud por miedo a perder el barco», indican desde Cruz Roja.

Algunos de los casos más habituales son la picadura del mosquito tigre en los niños. Los padres se asustan y acuden a los sanitarios, donde les limpian la herida y les ponen pomada. En caso de ser necesario, también cuentan con un desfibrilador para episodios más graves. Durante el trayecto, también disponen de este instrumento para evitar cualquier suceso. A pesar de ser casos leves, la ayuda va mucho más allá en caso de necesidad. Acompañan a los pasajeros a los centros de salud en casos más graves junto a una traductora que les presta ayuda hasta llegar al centro sanitario pertinente.

A nivel humano, la OPE es mucho más que un simple operativo. Se trata de una labor de compañerismo entre todos los trabajadores que acuden día a día a su puesto para que todo salga bien. Esto no sería posible sin la estrecha colaboración entre los diferentes operadores. «Todo lo hacemos con mucho compañerismo y con estrecha colaboración para que todo salga bien», afirma Hergoz. Es para ellos una labor fundamental estar constante contacto para estar siempre informados de los cambios.

Otras de las figuras clave de este operativo son los trabajadores sociales, quienes prestan tareas de atención social a todos aquellos pasajeros que buscan información. Que la espera sea «amena» y «satisfactoria», es la labor principal de ellos, según Yolanda Peinado, una de las trabajadoras sociales del operativo Paso del Estrecho.

Una de las dificultades que presenta el dispositivo es la comunicación, por ello, los traductores son imprescindibles. «La barrera lingüística es tremenda. Para cualquier gestión, el lenguaje es muy importante», afirma Estrella. Idiomas como el francés, árabe o el inglés son los más escuchados en las carpas en los meses de julio y agosto. A pesar de que todo transcurre con «fluidez», el equipo siempre piensa en mejorar de cara a los próximos años. Por ello, siempre están buscando posibles errores que subsanar para el operativo del año siguiente.

Cada día aparecen decenas de coches con familias a la espera de coger el barco que los lleve a su hogar. Por eso, la Operación Paso del Estrecho es mucho más de lo que puede parecer.