No todos los días puedes asistir a un casting de Masterchef. Durante la mañana de hoy, en torno a 60 niños de entre 8 y 12 años aguardan nerviosos para entrar a emplatar y poder optar a la cuchara más famosa de la televisión. Unos 2.000 niños de toda Andalucía se dan cita hoy para demostrar su valía en la cocina para la séptima edición de Masterchef Junior.

Ana Cruz, de 11 años, es la primera vez que se enfrenta al casting y quiere impresionar a los jueces con unas espinacas al pimentón con crujiente de pan, piñones y brandada de bacalao. Quiere vivir la experiencia y también ganar.

Lucía Jiménez tiene 10 años y lleva cocinando desde los cuatro con su abuela repostería. Ella viene muy preparada ya que tiene tres nombres para su plato, en honor a cada uno de los miembros del jurado del famosos programa culinario. "Si es para Samantha es judías a la madrileña; si es para Pepe es judías a la toledana y si es para Jordi es judías al Jordi".

Por su parte, Gonzalo tiene 10 años y va a cocinar carrillada. Quiere entrar al programa para seguir aprendiendo de cocina. En el caso de Leo, lleva desde los siete años cocinando y ha preparado para la ocasión una sopa de langostinos estilo Thai. "Me gusta cocinar esferificaciones y gelatinas", aunque reconoce que no se le da bien. Cuenta que es su abuela quien le ha enseñado a cocinar.

Algunos padres están más nerviosos de los hijos, porque saben que, aunque ya son ganadores por llegar a este punto, puede suponer un paso más para ellos. Todos coinciden en que lo importante es que los niños se diviertan y disfruten de la experiencia junto con los otros compañeros.

Ya en la sala, los nervios están más presentes. Tienen 20 minutos para montar los platos que han traído desde casa ya preparados sin ayuda de sus padres. Algunos terminan pronto y otros están ultimando hasta que el reloj llega a cero. En la sala se mezclan sabores y olores. Los niños solo piensan en sus platos y la posterior cata y fiesta que les tienen preparados el equipo de producción.

Según cuenta Esther González, directora de casting del programa, los niños seleccionados tuvieron que rellenar un cuestionario con preguntas de cocina junto con fotos y vídeos de los niños cocinando y de los platos. "Es un casting muy especial porque ellos son muy espontáneos". Admite que cada año el nivel es más alto: "hay una tradición de que los niños cocinen con masterclass de cocinas, talleres o celebrar eventos en lugares donde la cocina esté presente".

Nacho Ruiz, asesor culinario es uno de los encargados de probar todos los platos de los niños. Una de sus labores es ayudar a los pequeños a mejorar su platos, cosa que admite que se toman bien. "Los niños son un amor, aceptan bien las críticas". Todos los años, se sorprende de las técnicas e ingredientes que utilizan los niños en las pruebas. "Esperamos que el nivel de cocina mejore, cosa que ya pasa, porque cada año demuestran más nivel".

Una vez los pequeños cocineros levantan las manos, gesto tan característico del programa, los padres abandonan la sala y llega el momento decisivo: la cata por parte de los expertos culinarios. No todos pueden pasar la prueba, pero todos son ganadores y tendrán este recuerdo para siempre. Los seleccionados tienen que pasar una prueba final en Madrid para ganarse la plaza en esta edición.