Justo en el momento en el que Tasnem Kasha se sienta en la silla, la guerra de Siria suma ya 8 años, 145 días, 13 horas y 54 minutos.

Tasnem tenía doce años cuando abandonó su país en 2012, en coche, rumbo a Turquía. La guerra no había hecho más que comenzar en la ciudad vecina, Homs. En Alepo, una familia de siete se prepara para lo peor: «Cuando hay una guerra en un país se cierra todo. Hospitales, colegios€ Los niños no pueden salir a la calle. Mi padre decidió que saliéramos de Siria», narra Tasnem en un perfecto español, pese a que solo lleva en el país dos años.

En 2017, la familia Kasha decidió trasladarse de Turquía a un país donde se pudiese hablar en inglés. Su padre tenía que trabajar y en Turquía era imposible, asegura. Canadá fue la primera opción, antes de saber que el país había cerrado las fronteras por la gran cantidad de refugiados sirios que, al igual que ellos, habían huido de la guerra. Su segunda opción, España. Con 17 años Tasnem llega a Málaga.

La joven se considera toda una afortunada, por la rápida decisión que tomó su padre al abandonar el país antes de que las cosas se pusieran peor. Cuando el ejército sirio tomó las calles de Alepo, los ciudadanos no podían ni salir a la calle a comprar el pan, rememora. La joven narra cómo su familia tuvo la suerte de disponer de un coche y de pasaportes para poder abandonar Siria: «Hay mucha gente que no ha podido salir. Nosotros salimos a tiempo y evitamos ver esa catástrofe». Sin embargo, confiesa con cierta tristeza tener amigas que sí han vivido los estragos de una guerra que se prolonga ya durante demasiados años.

Para ella, Siria se convirtió en una cárcel. La joven reconoce y agradece el gran sacrificio que hizo su familia, en especial su padre, al tomar la difícil decisión de emigrar: «Mi padre dejó su trabajo de ingeniero, al que llevaba dedicándose más de 25 años, para que nosotros no tuviéramos que vivir esa guerra».

Tras cinco años de estancia en Turquía, la situación obligó a la familia Kasha a volver a hacer las maletas y emprender el viaje rumbo a España. La adaptación entonces no fue tan sencilla como en Turquía, país musulmán con una cultura muy similar a la siria: «Me resultó todo muy difícil, estaba en un país extranjero, cuyo idioma y cultura es muy diferente a la mía».

Su madre temía que en este nuevo destino discriminaran a sus hijas por ser de un país diferente. Nada más lejos de la realidad, asegura rotundamente Tasnem: «No me he sentido discriminada nunca. Llevo pañuelo y ni en mi colegio ni en el barrio he tenido ningún problema. No he experimentado el -¿eunsuria? pregunta mirando a Hamad, intérprete sentado frente a ella, ayudándola con las pocas palabras que aún se le resisten del español- racismo del que me hablaba mi madre».

Tasnem y su familia pasaron unos meses en uno de los tres Centros de Atención al Refugiado de Cruz Roja en Málaga. Durante su estancia, la joven asegura que tuvo la oportunidad de relacionarse y enriquecerse de la gran diversidad cultural concentrada en aquel piso. «Las personas que hablábamos el mismo idioma, asegura Tasnem, nos ayudamos mucho entre nosotros». Sin embargo, convivir con tantas nacionalidades diferentes permite enriquecerse de la cultura de cada una y eso te hace sentir pleno, confiesa la joven: «Somos una gran familia, junto a Cruz Roja».

Estos dos años, han supuesto para Tasnem toda una superación personal. Llegó a España sin conocer el idioma y a día de hoy puede mantener perfectamente una conversación fluida en español. Y no solo eso, la joven acude cada lunes y miércoles a impartir, como voluntaria, clases de español a mujeres que acaban de llegar y no conocen el idioma. Tasnem pretende así devolver la generosidad que desde Cruz Roja se les brindó a ella y su familia: «En el centro estaban ayudándonos en todo momento. Cuando me fui les dije que si algún día necesitaban algo yo iba a ayudar».

Ahora es el momento de que la familia Kasha camine por sí sola y que Tasnem emprenda un nuevo viaje, el de su vida, hacia su futuro. La joven confiesa emocionada que está deseando terminar 2º de bachillerato y poder prepararse selectividad. Le encantaría estudiar la carrera de Traducción e Interpretación. Su deseo, quedarse trabajando en Málaga. Tasnem no puede evitar esbozar una sonrisa al imaginarse su futuro aquí.

Seguir formándose y poder trabajar es el objetivo de Tasnem, para la que devolverle a sus padres todo lo que han hecho por ella y sus hermanas es lo principal: «Lo primero siempre va a ser ayudar a mi familia. Cuando salieron del país lo perdieron todo en un momento. Es demasiado duro, pensadlo», concluye. Y la rabia e impotencia aun se deja entrever en sus palabras.