Miles de perros y gatos son lanzados a su suerte año tras año. Aunque nos encontremos con numerosas campañas que intentan que tomemos conciencia, el problema principal de los animales de compañía sigue siendo el mismo: el abandono. Un año más, la Fundación Affinity ha publicado su estudio sobre el abandono, la pérdida y la adopción de animales de compañía en España, dando a conocer el número de los que fueron recogidos por protectoras el pasado 2018, un total de 138.407 animales.

Tenemos la idea equivocada de que en verano el número de abandonos aumenta considerablemente, pero no es así. La proporción total de animales recogidos por entidades protectoras se mantiene durante los tres cuatrimestres del año.

Dentro de este gran problema, hay que resaltar la importante labor que llevan a cabo colectivos como La Sonrisa Peluda, una humilde protectora de animales malagueña que otorga una segunda oportunidad a aquellos animales que son recogidos de la calle, del campo, zulos o prisiones en las que estaban obligados a vivir día tras día en las peores condiciones.

Javier Laguna es el fundador de este pequeño refugio que funciona gracias a donaciones, ayudas de particulares y la colaboración de distintas asociaciones. Además, trabaja como adiestrador canino e invierte la mayor parte de su sueldo en el refugio, procurando que a los animales no les falte nunca de nada.

La Sonrisa Peluda recibe entre 10 y 15 avisos al día y no de todos pueden hacerse cargo. «Tenemos una situación estable. No podemos tener muchos animales más pero si nos encontramos un perro en mal estado o si sabemos que la persona que lo tiene lo va a llevar a la perrera nos hacemos cargo de él. Muchas veces la gente lo que intenta es quitarse el problema de en medio y nosotros intentamos hacer ver que esto es una labor que concierne a todos. Hasta que no se pare el problema de raíz, tenemos que poner de nuestra parte todos».

Como apunta Laguna, la mayoría de esos avisos provienen de particulares que no pueden o no quieren hacerse cargo del animal -desgraciadamente este último caso es el más común de todos-.

Además, recogen otros muchos animales de la calle y otros son rescatados de las perreras para evitar sacrificios. Porque no es lo mismo una protectora de animales que una perrera.

La finalidad y gran diferencia entre ambas es que una protectora de animales tiene como objetivo el bienestar del animal y lograr su adopción responsable. Por su parte, una perrera lleva a cabo labores de recogida de animales en un municipio, sacrificándolos una vez que haya transcurrido el plazo preestablecido según la normativa. En algunos casos ese animal puede ser adoptado pero sin los trámites previos en los que se perfila a un buen adoptante para el animal.

90 animales recogidos

Este año, La Sonrisa Peluda ha recogido alrededor de 90 animales, un número muy por encima de los ejemplares que salen al año de sus instalaciones. La protectora tiene un ámbito geográfico de adopción muy extenso ya que no solo se ciñen a buscar adoptantes dentro del país. «Elegimos el mejor lugar para ellos, ya sea en Cádiz, Andorra o Alemania. Desde hace poco colabora con nosotros una asociación de Canadá y están saliendo bastantes galgos y podencos hacia allí, donde están llevando a cabo labores para dar a conocer este tipo de perros, ya que tienen un carácter excepcional».

Siempre velan por el bienestar del animal, es por ello que siguen un protocolo para evitar que el perro sea devuelto. «Esto no es llegar y en el mismo día decides si adoptas un perro o no. Antes de que alguien visite el refugio hablo un tiempo con esa persona y así valoro su paciencia».

Además, antes de adoptar al animal, se debe pagar una cuota de adopción que incluye: chip, pasaporte, rabia, polivalente, castración y un test de enfermedades. «Esto ya me está diciendo que si el día de mañana ese animal se parte una pata, su dueño va a estar dispuesto a gastarse un dinero en operarlo».

Aunque también recojan gatos, la gran mayoría de animales que hay en el refugio son perros. Hay canes que llevan más de dos años esperando un dueño, una segunda oportunidad para ser queridos y formar parte de una familia y quizás, una oportunidad que se quedará en el camino, ya que la mayoría de los perros que salen adoptados son cachorros. Algunos tienen la suerte que todos desean, entran y salen de la protectora 'pronto', en tres o cuatro meses el más afortunado.

La protectora hace que la adopción sea lo más fácil posible. Además, el vínculo con el animal no se pierde una vez ha sido adoptado, sino que se sigue manteniendo contacto para asegurarse de que vive bien y sin ningún problema. «Nosotros nunca damos la espalda. Hay una cláusula en nuestro contrato que pone que el perro siempre tiene que volver a nosotros, no puede ir ni a otra familia, ni a una perrera, ni a otra protectora. Además, pido fotos y vídeos asiduamente. Creamos un vínculo con los adoptantes porque ellos saben que si algo le pasa al animal nosotros vamos a estar ahí para lo que sea. Siempre vamos a ayudar a nuestros animales».

Sin embargo, a pesar de que el número de abandonos sigue siendo muy elevado, la mentalidad de muchas personas está cambiando y la sociedad avanza hacia una mayor concienciación, siendo muchas las familias que ya incluyen a sus animales en todos sus planes.

Las vacaciones, esas fechas tan señaladas y 'peligrosas' para los animales de compañía, poco a poco van perdiendo su sentido negativo en este contexto.