A medida que se acerca la hora de la verdad, Guillermo Díaz continúa afilando sus reflexiones. Confía en que el partido naranja movilizará el voto lo suficiente el 10-N como para dejar en evidencia a las encuestas y se muestra especialmente beligerante con los eslabones del bipartidismo: PP y PSOE. El candidato también ataca continuamente a quienes, a su juicio, «quieren cargarse España».

¿Qué le ofrece a Málaga, a diferencia de otros partidos, la candidatura que encabeza?

Somos los únicos que cumplimos lo que decimos. Al presupuesto anterior que pactamos con el PP, que es el que sigue vigente, me remito. Por poner un ejemplo, dijimos que íbamos a pelear por el recrecimiento del pantano de La Concepción y está en los presupuestos. Y no hacemos grandes fuegos de artificios como están haciendo todos. Ahora mismo, el PP y el PSOE prometen de todo para luego no cumplir nada. Nosotros somos bastante más realistas y no jugamos con las expectativas de la gente. Lo que decimos lo cumplimos. Además, somos los únicos que apostamos por asumir el tema de las aguas, tanto el saneamiento como el almacenamiento y abastecimiento, de forma seria y mirando muy al futuro. No se hablan de las cosas que nos van a afectar dentro de 30 años. El clima nos va a dejar sin agua, necesitamos mucha capacidad de almacenamiento. También somos los únicos que defendemos una protección del litoral que abarca toda la provincia.

¿Y a nivel nacional? ¿Qué tiene Ciudadanos para que merezca la pena confiarle el voto?

Somos el partido que modera el discurso. Si ahora mismo sacamos a Ciudadanos de la ecuación nacional, le cedemos todo el protagonismo a los extremos. Y extremos hay muchos. Están los ultraconservadores y la ultraizquierda, pero también hay extremos nacionalistas. Ciudadanos es determinante para que PP y PSOE no se echen en brazos de los nacionalistas como llevan haciendo desde hace 40 años. Es más, Pedro Sánchez está pensando ya en pactar con Esquerra Republicana. Nosotros podemos determinar estas cuestiones si no somos Gobierno, aunque tampoco renunciamos a serlo.

Si se cumplieran los resultados tan perjudiciales para Ciudadanos que reflejan ahora mismo las encuestas, ¿habría quien en su partido echaría de menos la alianza que ofreció el PP?

No. Que nos vaticinen estos resultados, e incluso la desaparición del partido, ya nos ha pasado más veces y no se da. El votante de Ciudadanos es el último que decide el voto y se define porque es más crítico y muy exigente. La alianza con el PP nos hacía daño. Son proyectos completamente distintos, aunque coincidimos en algunas cosas. Ambos queremos una España unida. Ambos no queremos que suban los impuestos, aunque el PP los termina subiendo y nosotros los bajamos donde gobernamos. El PP tiene un horizonte judicial y para nosotros es incompatible compartir listas con quien tiene a tanta gente investigada en los juzgados.

¿Ve una amenaza en todo aquello que se parezca a regresar al bipartidismo?

No lo llamaría amenaza, el regreso es un deseo del propio bipartidismo. El bipartidismo ha campado a las anchas muchos años en las instituciones, repartiéndose los jueces, la Televisión Española, la Cámara de Comercio, el Tribunal de Cuentas... Lo han parasitado todo y tenían una alternancia cómoda que asumían con cierta naturalidad: 'ahora te toca a ti y colocas a los tuyos, ahora coloco yo a los míos'. Y para mantener una polarización y este juego de alternancia, cuando no había mayoría absoluta se apoyaban en los nacionalistas en perjuicios de todos los españoles que no están representados por partidos nacionalistas, que son la mayoría. El regreso es un deseo del bipartidismo, pero está lejos de la realidad. Sería muy malo volver a esa España en la que dos fuerzas políticas se lo repartían todo. A los ERE, a la Gürtel, a la Púnica, a todo eso me remito.

¿Qué sintió hace unos días en Cataluña cuando acompañó a Albert Rivera en plena oleada de disturbios?

Que estábamos en el sitio correcto. Vi con estupor cómo ningún líder de un partido nacional apareció por allí en las peores horas de Cataluña. El único que había estado era Albert Rivera. Albert e Inés Arrimadas llevaban varios días allí, pero existía una sensación de abandono por parte de los demás partidos, que no fueron por no ofender o por no estar donde las calles ardían. Es una obligación de los partidos estar junto a aquellos a los que el separatismo y el secesionismo les está quemando sus calles; los está haciendo salir de sus casas con sus bebés; están mandando a policías a la UCI; o el presidente Torra se está reuniendo con los CDR en secreto.

¿Por qué le ha dolido tanto que el cabeza de lista de Unidas Podemos por Málaga, Alberto Garzón, hable de una actuación policial desproporcionada?

Me molesta que un representante público lo ponga en tela de juicio. La policía no solo ha actuado con proporcionalidad, sino que con pocos medios y totalmente superados han conseguido proteger a la población. Ellos te cuentan que aquello era inédito, no habían visto algo igual. Les tiraban botes de ácido, bolas de acero o a un policía le aplastan dos vértebras porque le lanzan una piedra enorme ¿Cuándo hemos visto que lanzan fuegos artificiales a un helicóptero a ver si se cae? ¿De qué lado está Alberto Garzón? Podemos siempre se pone del lado contrario, están donde no deben. Me llama mucho la atención la fascinación de la izquierda española por el nacionalismo y los que quieren cargarse España. ¿Por qué no se centran en quien más lo necesita? ¿Por qué la izquierda no se da cuenta de que no hay una idea más social que un país? España no es un invento de la derecha, que es lo que esta gente se cree. En Independence day, Garzón iría con los marcianos.

¿Cómo valora la reacción de la sociedad española a la exhumación de Franco? ¿Dónde estamos, más cerca o más lejos, del problema de las dos España?

A los españoles les preocupaba poco. En mi Oficina del Diputado, la gente me pide cosas de lo más variopintas pero en la vida me habían preguntado si había que sacar a Franco del Valle de los Caídos o no. No era importante. Tendríamos que hablar menos de Franco, Otegi y Torra y más de Málaga, Andalucía y España.

Es un apasionado de la historia y el cine, ¿cree necesaria a día de hoy una película como Mientras dure la guerra, de Amenábar?

Siempre es interesante, no es cuestión de necesidad. Me encanta que las películas cojan periodos de la historia. Si Mientras dure la guerra llama la atención sobre la figura de Unamuno, siempre es bueno. Lo que sí echo de menos -lo hablo como espectador, política y cine no deben mezclarse; los políticos tenemos que tener las manos fuera del arte- son películas en positivo que cuenten los hechos como tal. Echo de menos, por ejemplo, una película sobre la carga heroica del Regimiento Alcántara en Annual.

Imagine que un día llama a la puerta de la sede de su partido, en la malagueña calle Cuarteles, el genio de la lámpara, ¿cuántos de los 11 escaños de Málaga y de los 350 de España le pediría?

Le pediría el Gobierno, con representación de todas las fuerzas políticas, y mantener en otro plano a quienes quieren cargarse España. Y en Málaga, cogería 7 diputados y le dejaría 4 a los demás partidos para que se les escuche.