Encarni Malavé vive en la barriada de El Palo. Su padre le compró una casa a pie de playa pensando que esta se adaptaría a sus necesidades especiales, ya que Encarni padece poliomielitis desde los nueve meses de edad. Hoy día debe hacer frente a diversos problemas debido a que el barrio no se encuentra adaptado para personas con diversidad funcional. Malavé, que tiene que ir en silla de ruedas, se queja del mal estado en el que se encuentra el suelo del paseo marítimo. «El suelo está fatal. Se me ha roto la silla de ruedas eléctrica, que solo había utilizado en dos ocasiones, porque no soporta los baches», explicó.

José Andrés Salazar, también enfermo de poliomielitis, corroboró las palabras de Malavé. «El Palo tiene aproximadamente un 10% de vías accesibles nada más. Las rebajas no están hechas porque existen bordillos y los suelos están completamente rotos. Además, no podemos acceder al 90% de los comercios, porque no constan de rampa», comentó.

A Salazar le gustaría poder pasar parte de su tiempo libre leyendo en la biblioteca, pero no puede acceder a ella porque consta de 37 escalones y una plataforma que no funciona en el 95% de las veces. Después de cuatro años de lucha, le han asegurado que para diciembre habrán adaptado la biblioteca para que pueda acceder cualquier persona.

Son muchos los lugares que en El Palo no se encuentran adaptados. Salazar explicó: «Hay unas rampas muy altas por las que no se puede subir, así que cada vez que quiero pasar por ahí tengo que esperar a que se ponga el semáforo en rojo y pasar por mitad de la carretera, ya que de otra forma me es imposible».

Malavé quiere llevar una vida normal, pero los obstáculos a los que hace frente día a día se lo ponen difícil. Uno de esos obstáculos son las farolas. Hay farolas en mitad de la acera que impiden el paso de una silla de ruedas, de un carrito de bebé o de un andador de ancianos.

¿Cómo sería vivir en frente de la playa pero no poder acceder a ella? Una situación inimaginable para algunos, pero que para otros es una realidad. Malavé explicó que tiene que desplazarse hasta El Chanquete para poder bañarse en la playa. Teniendo la playa a unos metros de su casa, debe recorrer 3 km en su scooter si quiere poder tocar el agua. A diferencia de la playa que tiene en frente, El Chanquete sí cuenta con una rampa para su acceso y una carpa para personas con discapacidad funcional.

Éste no es el único problema que le impide a Malavé acceder a la playa. Cuando llega la feria colocan la atracción del tren fantasma al lado de su casa, así como numerosos puestos de comida, que le imposibilitan llegar a la playa. Asimismo, cada sábado el rastro le impide también el acceso a la playa.