La innovación en la escuela viene marcada hoy por multitud de siglas y anglicismos como ABP (Aprendizaje Basado en Proyectos), DT (Desing Thinking) o Flipped Classroom (Aula Invertida). Términos que manejan cada vez más los profesores de todos los niveles. Pero hay algo imprescindible para que la innovación tenga éxito que no ha cambiado con el paso del tiempo: la pasión en el aula. «El profesor debe inspirar». Así lo asegura María Remedios Fernández Ruiz, profesora de inglés que acaba de ganar el primer premio Antonio Domínguez Ortiz sobre innovación y mejora de la práctica educativa que concede la Consejería de Educación y Deporte.

Esta docente del IES Gerald Brenan de Alhaurín de la Torre, consciente de la importancia de la expresión oral en los idiomas, enfocó su proyecto, basado en la metodología ABP, hacia este objetivo «que queda un tanto relegado» en 2º de Bachillerato por las exigencias del examen de Selectividad en el que la prueba sólo es escrita.

El proyecto «In your shoes: personalidades inspiradoras en STEAM y literatura poscolonial en Bachillerato» se sirve del teatro y la dramatización para que los estudiantes «se suelten» con el idioma. Lo interesante es el cómo, ya que se les pedía que se metieran en la piel de un científico -los del Bachillerato de Ciencias y Tecnología- o de un escritor -los de Humanidades y Ciencias Sociales-.

Además de investigar sobre la vida del personaje, debían concluir presentando lo aprendido en un vídeo, con lo que la profesora logró que trabajaran competencias variadas como el plurilingüismo, las asignaturas STEAM, valores integradores e inclusivos, las nuevas tecnologías, técnicas teatrales, la oratoria y el empoderamiento al ser completamente responsables de su proyecto.

Como explica María Fernández, para que un trabajo como éste funcione es fundamental el apoyo del equipo directivo y contar con un claustro «dinámico e inquieto» como el del IES Gerald Brenan.

En este caso, la innovación, además de motivar a los alumnos, ha tenido unos resultados tangibles que se han traducido en una mejora de las notas de los dos grupos de Bachillerato, que superaron en 0,72 puntos la media provincial en inglés en Selectividad.

El segundo premio Antonio Domínguez del Concurso para el Fomento de la Investigación e Innovación Educativa ha correspondido a un docente que ya acumula un buen número de galardones. Para Antonio Marcos Naz Lucena, del IES Martín Rivero de Ronda, presentarse a este certamen era una forma de dar visibilidad a la iniciativa que lidera junto a otros profesores: lograr que se implante en Andalucía un Bachillerato de Investigación como ya hay en otras comunidades autónomas.

Su proyecto premiado es precisamente la materia «Investigación avanzada en el aula», que desde hace cuatro años se imparte en 2º de Bachillerato en este centro educativo rondeño y con la que los alumnos se convierten en auténticos investigadores.

«Cuando pasé de la investigación a la enseñanza no entendía como en las materias no se incorporaban procesos de investigaciones reales propuestos por los alumnos. No que el profesor les diga lo que tienen que hacer, sino que ellos observen el mundo que les rodea e intenten buscar soluciones», explica este docente e investigador cordobés.

Este proyecto, que utiliza una metodología interdisciplinar y que procura sinergias en todo el centro, ha permitido desarrollar ya numerosas investigaciones e inventos que han recibido reconocimientos en todo el país. Una de las alumnas del pasado curso, por ejemplo, evaluó la contaminación microbiana a través de las mochilas escolares. Este año, trabajan, entre otras investigaciones, en la reutilización de la cáscara del caracol.

Marcos Naz justifica la necesidad de una asignatura como ésta para incentivar la creatividad y la curiosidad en los estudiantes. «En 1º de ESO vienen con falta de concentración y de creatividad para pensar cosas. No tienen iniciativa». Por ello, ya en 4º de ESO comienza a introducirlos en el mundo de la investigación y en Bachillerato los resultados son notables. «Ver que ellos se sienten útiles y que de sus cabezas pueden salir ideas que pueden arreglar el mundo es lo que más me motiva y me hace olvidar las cosas de la enseñanza que no me gustan tanto», afirma Naz.

El mundo en una clase

Uno de los alumnos de Luisa Cabello González en el colegio El Olmo de Mijas bautizó el proyecto premiado de esta profesora como «El mundo en una clase». Un título que describe a la perfección la realidad que lo motivó: un aula de 3º de Primaria con 25 alumnos y 19 nacionalidades. Una diversidad demasiado grande para «una dinámica de clase estándar», como detalla esta docente, que optó por el aprendizaje por proyectos y cooperativo durante los dos cursos en los que se desarrolló la actuación.

Facilitar la integración del alumnado extranjero y crear vínculos afectivos para mejorar la convivencia y paliar las diferencias culturales eran dos de los objetivos. Por ello, en los grupos se mezclaban alumnos de distintos países, lo que permitió tanto mejorar el nivel de español como que aprendieran a llegar a un consenso a partir de la forma de trabajar de cada uno.

La educación en valores y las inteligencias múltiples también sirvieron de vehículo a Cabello en este proyecto reconocido con el tercer premio Antonio Domínguez Ortiz. «La gente piensa que en un colegio donde hay muchos inmigrantes eso desfavorece, pero yo siempre digo que enriquece», afirma. El resultado, además de en la convivencia, también se reflejó en las notas de todas las áreas. No obstante, esta profesora tiene claro cuál es el mejor premio: que los alumnos quieran seguir en su clase año tras año.