Los más veteranos recordarán la plaza de Uncibay transformada en un atracadero de coches. Si a eso sumamos que la plaza había perdido los cines Málaga Cinema y Goya (que también daba a Calderería), tendremos la magnitud de la catástrofe.

Y sin embargo, alguna vez hemos comentado que el arquitecto Oriol Bohígas visitó la ciudad en los años 70 y ya alabó los esfuerzos por quitarle metros al coche para dárselos al peatón.

La situación dio un vuelco espectacular en este siglo, sobre todo a partir de la peatonalización de la calle Larios y la plaza de la Constitución, sin olvidar la apertura previa del túnel de la Alcazaba, que permitió peatonalizar calle Alcazabilla.

El Ayuntamiento trata ahora de cuadrar el círculo y conseguir que los espacios ganados por el peatón no se conviertan en un caótico campo de carreras de ciclistas, patinadores eléctricos y otras hierbas de los llamados vehículos de movilidad personal.

Todo esto viene a cuento porque, hace unos días, nuestro compañero de La Opinión, el escritor y periodista Guillermo Busutil, alertaba de una llamativa floración de bicicletas en la remodelada plaza de la Malagueta. Un espacio ganado para el esparcimiento que ha supuesto perder un ‘punto temporal de atraque’ para los coches de los vecinos.

Todo sea por ganar espacio pero si la mejora conlleva el desembarco de una legión de bicicletas, en un sitio en el que no hay señalizado de momento aparcamiento alguno, estaremos fomentado, todavía más, la desequilibrante convivencia entre ciclistas y peatones por los vecinos paseos marítimos Ciudad de Melilla y Pablo Ruiz Picasso.

Y es desequilibrante porque la Ordenanza sobre la Movilidad en Bicicleta de la Ciudad de Málaga, se cumple sólo en algunos casos. En otros, el peatón corre el riesgo de llevarse de recuerdo, en el mejor de los casos, un manillar en las costillas. Y así, la ordenanza recuerda que, a falta de carril bici -como ocurre en la mayoría de este paseo marítimo salvo en el arranque de los Baños del Carmen- los ciclistas podrán circular por el paseo siempre que lo hagan a menos de 10 kilómetros por hora, respeten la preferencia de los peatones y no se acerquen a estos a menos de un metro de distancia.

Muchos ciclistas hay, por supuesto, respetuosos con estas normas pero otros, con ganas de participar en la contrarreloj de la Vuelta a España, y lo mismo hay que decir de algunos zumbantes (y zumbados) conductores de patinetes eléctricos.

Nuestro Consistorio trata de cuadrar el círculo de la movilidad con la ordenanza sobre los patinetes eléctricos y es una estupenda idea. Pero mientras se soluciona la carencia de carriles bici en el complicado embudo de Málaga Este, o las ordenanzas se aplican con su ración de multas -o al menos presencia de la Policía Local- o todo será un bienintencionado papel mojado.