Todos estos verbos (acabar, finalizar, terminar, coronar, rematar, finiquitar, sancionar, sellar, cerrar...) no figuran en las agendas (planes, proyectos, ideas, promesas...) de presidentes (gestores, regidores...) responsables de la buena marcha para hacer más agradable la existencia de los habitantes de las aldeas, pueblos, ciudades, urbes y mastodónticas metrópolis.

Lo que ocurra en una ciudad de Castilla-León, o del estado de Baviera, la municipalidad de Bourges, o de una localidad del Medio Oeste de los Estados Unidos, me tienen al pairo; lo que sucede en Málaga de donde soy natural y vivo, sí me importa. El pairo lo dejo a los barcos que a veces están en la bahía en espera de flete.

Si me he atrevido a recurrir a algunos verbos de análogo significado no es para presumir de sabihondo ni de hombre ilustrado; es para ampliar el espectro de las excusas que los responsables de administrar nuestra ciudad utilizan para rebatir lo que inspira mi trabajo o colaboración de hoy: en Málaga no se acaban, terminan, o finiquitan muchos de los proyectos que se inician.

El primer caso sobresaliente de esa desidia de dejar para mañana la terminación de una obra es el de la Catedral, cuyas obras comenzaron en 1528 y casi quinientos años después sigue sin terminar. Entre otros elementos, la segunda torre está sin acabar. Lo de la ‘manquita’ tiene gracia, pero maldita gracia tener sin coronar el primer monumento de la ciudad.

Con respecto a la historia -o más bien leyenda- de que el dinero destinado para su terminación se desvió para sufragar no recuerdo qué necesidades de Estados Unidos, es muy bella, muy quijotesca, muy de contar a los turistas norteamericanos que visitan nuestra Catedral y para que algún filántropo de aquel país financie las obras de construcción de la fallida torre. Pero eso no cuela porque el destino del dinero recaudado para la terminación de nuestra basílica se desvió hacia algo más necesario entonces, como era la construcción del Camino de Antequera que en aquella época sería un camino de cabras.

Conservo la grabación de un programa que se emitió el 15 de noviembre de 1979 en Radio Nacional de España en el espacio Línea Abierta. Fui su autor. Estaba dedicado al Archivo de la Catedral de Málaga. Uno de los que intervinieron fue el entonces profesor de la Universidad de Málaga, don Agustín Clavijo García, uno de los colaboradores en la magna obra de revisar y poner al día el archivo citado.

En la grabación, el profesor Clavijo contaba la emoción que le produjo encontrar el escrito del Conde de Floridablanca en el que informaba de que el dinero recaudado a través del impuesto o tasa sobre vinos y frutos destinado, a la terminación de la inconclusa torre, se desvió hacia la construcción del citado Camino de Antequera.

Esto sucedió en 1782. En doscientos treinta y siete años no se ha encontrado el dinero necesario para terminar la torre y el resto de la Catedral.

El Teatro Romano

El Teatro Romano de Málaga se descubrió en 1951. Desde entonces, hasta ahora, se han llevado a cabo importantes obras, como sacarlo a la luz pública, recuperar espacios que estaban aterrados, ponerlo en condiciones para ser visitado, representar obras de teatro clásico... Un loable trabajo que permite su explotación turística y que cada año miles de visitantes se acerquen al monumento.

Pero, hay un pero: queda mucho trabajo pendiente. Han pasado más de cuarenta años. No es que haya que reconstruirlo. Pero a la vista está que en el recinto hay mucho que hacer.

Entrada principal del Puerto

El ingeniero director del Puerto de Málaga en los años cincuenta era don Manuel Aceña, ingeniero de Caminos (no estoy muy seguro del nombre aunque sí del apellido). Estimó que la puerta principal de acceso al recinto portuario necesitaba una mejora, darle empaque a uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad.

Lo pensó, y creo que fue él mismo el que diseñó la entrada, que es la que desde hace más de medio siglo sigue prestando servicio. Dos bloques de dobles columnas destacan en el monumento.

Pero la obra, como tantas otras de nuestra ciudad, no se terminó. El proyecto contemplaba la colocación, rematando las columnas, de cuatro reproducciones en bronce de otras tantas naves, creo que galeones. No sé precisar exactamente si eran galeones, bergantines u otra nave de pasadas épocas. Lo que sí puedo precisar es que al cesar por jubilación el señor Aceña, su sucesor y sucesores no terminaron la obra. Supongo que en el archivo del Puerto se conservarán los planos y diseños de las naves no terminadas.

Resumiendo: otra obra no terminada.

El túnel sin insonorizar

No sé si se proyectó en su día la insonorización del túnel de la Alcazaba, una de las obras más exitosas llevadas a cabo en la capital por su utilidad.

No sé cuántos cientos o miles de vehículos lo cruzan a diario en uno y otro sentido. Los que cruzan a pie están predestinados a quedarse sordos. El ruido supera incluso al de las salas de fiesta, que ya es decir.

Las infografías

Con frecuencia, en los periódicos (entre ellos La Opinión), se reproducen fotografías que bajo advertencia de que se trata de infografías, de cómo van a quedar nuevos espacios públicos o privados en fase de lanzamiento, destacando los arbolitos (entre ellos muchas palmeras) y jardincitos monísimos que ilusionan a los malagueños jóvenes, y especifico jóvenes porque los de cierta edad saben que «nanay de la China». La mitad de esos espacios no llegan a disfrutar ni de un árbol, y si por suerte se colocan algunos, como no se cuidan ni riegan, la bella infografía queda en el olvido.

Primera, segunda, tercera fase

Ya he olvidado -la memoria empieza a fallar- el número de obras municipales que se proyectan por fases. La primera fase de la mejora de una calle, de una avenida, de una plaza... se inicia, quedando para más adelante la segunda fase y para no se sabe cuándo la tercera. Muchas obras se quedan a medias y, con el tiempo, se olvidan. En estas páginas de La Opinión, Alfonso Vázquez, un sabueso del estado de la ciudad, denuncia desde hace veinte años las obras iniciadas y no terminadas.

Hace un par de meses, al pasar por la plaza de Félix Sáenz, me encontré con que parte del recinto tenía un pavimento nuevo y otra parte cemento mondo y lirondo. La segunda fase, piensa uno, está en lista de espera.

Se iniciaron las obras de mejora del jardín y parque infantil de la calle Sierra de Grazalema, en el sector del Limonar. No sé si se habrán terminado ya, pero cuando escribo estas líneas -el pasado otoño- las obras están empantanadas, como calificamos en Málaga algo sin terminar.

Cuando redacto estas líneas, no digo que no se haya acabado, sino que ni siquiera se han iniciado. Me refiero al antiguo Convento de la Trinidad. Que si museo, que si no sé qué casa de los cuentos -menudo cuento el que lo inventó-, que centro cultural...

Todo hace suponer que no se acabará; bueno, sí se acabará, o sea, que se caerá a pedazos y después vendrán los salvadores exigiendo, chillando, protestando, condenando...