La crisis del coronavirus comienza a hacer estragos en la facturación del comercio y la hostelería. Mientras los supermercados y los negocios de alimentación viven jornadas frenéticas de ventas, el segmento de bares, cafeterías y restaurantes y el resto del tejido comercial afrontan un descenso drástico de clientes que ya se están saldando con bajadas del más del 30% en la caja diaria, según explicaron ayer la asociación Málaga Comercio y la Asociación de Hosteleros de Málaga (Mahos).

El presidente de Málaga Comercio, Salvador Pérez, afirmó a este periódico que todo el sector del comercio y la distribución está inmerso en una mezcla de «preocupación, incertidumbre e impotencia», sin saber hasta dónde va a llegar la situación y las medidas de las administraciones. «Los comercios van a seguir abriendo. Los pequeños negocios no pueden permitirse el lujo de cerrar, porque entonces no facturan y no pueden tampoco afrontar sus propios pagos», comentó el responsable de Málaga Comercio, que aglutina a más de 3.800 empresas de ámbitos como el textil, el mueble o los suministros que dan trabajo a 25.000 personas en la provincia.

El representante del sector afirmó que la gran mayoría de esos negocios no pueden optar por el teletrabajo, ya que la naturaleza de su actividad es de cara al cliente y calificó de «auténtico desastre» la situación. Y es que la gran mayoría de los comercios (a excepción de los del segmento de la alimentación) está notando una bajada de afluencia de clientes. «La decisión de comprarte un traje, unos zapatos o cualquier otro artículo que no sea de primera necesidades es algo que ahora mismo se pueden aplazar. Estamos en camino de un verdadero parón del consumo», aseguró. A su juicio, el boom de ventas que se registra esos días en los supermercados también irá remitiendo, «ya que quien ha comprado ahora para diez o quince días no volverá a ir a las tiendas hasta que pase ese tiempo».

Según Pérez, el impacto que el coronavirus va a generar sobre el turismo (debido a las cancelaciones de reservas en los hoteles, que ya han dejado cinco millones de euros en pérdidas) también tendrá, lógicamente, su repercusión sobre el comercio, y más en una provincia como Málaga. De hecho, la demanda de suministros por parte de hoteles, bares y restaurantes (lo que se conoce como canal Horeca) también está bajando de forma sensible. Por otro lado, a nivel interno del propio sector, la amenaza del Covid-19 está obligando a cancelar numerosas reuniones de negocios.

En la calle, la emergencia sanitaria se está traduciendo en un significativo descenso de viandantes, sobre todo en zonas como el Centro Histórico, lo que también merma la actividad. Algunos dependientes de comercios señalaban ayer a este periódico que la afluencia recordaba a la de las huelgas generales, con pocos clientes en las terrazas y en las tiendas.

Los carteles de cierre por vacaciones y las terrazas vacías han empezado a hacer acto de presencia en el sector, con bares inactivos o a medio gas. En estas fechas vinculadas al Festival de Cine y la Semana Santa ha surgido una inesperada temporada baja.

De camino al Centro, entre la esquina de Armengual de la Mota y las inmediaciones de la Tribuna de los Pobres, se apreciaban los ejemplos más contundentes ante sendos carteles de «cerrado por vacaciones». De hecho, es el modus operandi que se ha generalizado para reaccionar a la pandemia en aquellos establecimientos hosteleros de propietarios chinos.

La Asociación de Hosteleros de Málaga (Mahos) alertó de que los establecimientos de la provincia de Málaga están sufriendo un desde hasta un 30%. De este modo, en la rutina de los restaurantes se ha instaurado como tónica habitual las cancelaciones masivas de mesas reservadas, «primero con la incertidumbre como motivo y ahora con la certeza de la suspensión de eventos, como por ejemplo el reciente anuncio relativo al Festival de Cine de Málaga», según apuntó el colectivo. La hostelería mantiene 80.000 puestos al año en la provincia, con picos de 100.000 en temporada alta (dos de cada tres empleos de la industria turística).

Entre las medidas que demandan los hosteleros figuran algunas de tipo fiscal como reducir o fraccionar el pago de impuestos como el IVA y las cotizaciones a la Seguridad Social, y disminuir el IBI y demás impuestos municipales a las empresas que reduzcan su facturación. También piden que se agilice el procedimiento de tramitación de los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) y la eliminación del control horario en aquellos sectores que, «por exigencias de la producción, estén obligados a trabajar más allá de la jornada laboral». Además, instan a que se facilite una moratoria de pago de los arrendamientos de los locales comerciales.

El descenso de la afluencia de clientes y el temor a una merma de sus plantillas a consecuencia del virus está llevando a los establecimientos hosteleros a estudiar medidas encaminadas a redistribuir los turnos o a dar vacaciones a parte de la plantilla. En una cafetería del entorno del Museo Thyssen, su propietario explica que las conversaciones de este tipo se han vuelto frecuentes para intercambiar posibles soluciones. «Está claro que cada vez va a venir menos gente y que esto va para largo», señala.

Por su parte, los sindicatos CCOO y UGT aseguraron que están «para ayudar» ante la crisis del coronavirus, pero alertaron de que se están produciendo despidos «indiscriminados». El responsable de Hostelería y Turismo de Málaga, Sergio de Oses, y la secretaria general de servicios en CCOO Málaga, Lola Villalba, declararon a Europa Press que entienden la adopción de medidas para contener el avance del Covid-19 «pero cumpliendo las garantías legales».

Oses recordó que el proceso debe ser cortar los contratos eventuales en primer lugar, velando porque sus liquidaciones cumplan con la ley; realizar el corte del llamamiento a los fijos discontinuos y, en este caso, que se les solicite a las empresas un documento que refleje las causas de dicho cese». Villalba admitió que están «muy preocupados porque «hay cientos de miles de eventuales que van a dejar de trabajar».