Con permiso de Lope de Vega, fénix de los ingenios pese a que tuviese la poco ingeniosa iniciativa de despreciar a Miguel de Cervantes, el saber popular derrocha ingeniosas construcciones que, en especial en Andalucía, se ha prodigado en forma de comparaciones.

Estas forman una construcción linguística clara y rotunda, a años luz del pedante y frío lenguaje político, que se pirra por decir estridencias como «explicitar» en lugar de «explicar» o «contar», que es lo que suelta una persona normal sin Secretaría de Estado o mando administrativo en plaza.

Frente a la jerga de tantos autómatas con cargo público, tenemos frases tan maravillosas como «más feo que la parte de atrás de una nevera», fruto de la agudeza mental y visual pero también de la sencillez expresiva que, si queremos, podemos encontrar en el castellano.

Y así, más fea que la parte de atrás de una nevera tenemos desde hace muchos años una zona de La Alcazaba que por su situación junto a uno de los lugares más transitados de la ciudad debería llevar lustros adecentada e incluso ajardinada, a la espera de reformas más ambiciosas.

No ha sido el caso, por eso la parte de la fortaleza árabe que linda con el túnel y el aparcamiento de La Alcazaba parece lista para salir en 'El pico 3', tal es la sensación de desamparo que transmite.

Como recordarán, abunda el terrizo y la pared medianera, y hasta los restos arqueológicos que evidencian el arranque de la muralla musulmana que rodeó Málaga parecen una obra de nuestros días parada por falta de licencia.

La tristona verja de varillas de obra y la presencia constante de motos aparcadas en la acera junto al túnel han acentuado la apariencia de extrarradio dejado a su aire de este rincón monumental.

La única luz que hemos encontrado al final del túnel (de la Alcazaba, por supuesto) ha sido la propuesta de hace un par de años de la Gerencia de Urbanismo, previa demolición de las dos naves azulonas del entorno y la construcción de un edificio blanco de 1.500 metros cuadrados para albergar más salas y las oficinas del Festival de Cine.

La cuestión, claro, será que encaje el edificio con los evidentes restos arqueológicos que saldrán durante la obra.

Además, el proyecto permitiría abrir la veterana calle Pozo del Rey, que ya constaba sin salida en el famoso plano de Málaga de 1791. Y el plan incluirá un jardín vertical para cubrir con un tupido velo floral una enorme medianera.

En suma, mandaría al limbo de los malos recuerdos este aciago rincón tan monumental como abandonado.

Sería, intuimos algunos, embellecer la parte de atrás de una nevera, expuesta al público durante años.