El Archivo Municipal de Málaga es otro de los espacios culturales que reabrió sus puertas el pasado martes, una primera jornada inaugural tras el prolongado confinamiento en la que ya aparecieron los rostros más frecuentes en esta institución. "Tenía mono, como se suele decir", confiesa Antonio González, un asiduo del archivo desde hace cuatro años.

Pese a que podría haber abierto al público cuando la provincia entró en fase 0, el archivo de la capital prefirió aguardar un tiempo y planificar una reapertura con todas las garantías de seguridad tanto para los usuarios como para el personal. "Está todo muy controlado y la situación que tenemos es muy buena, muy positiva. Estamos ilusionados y además, vemos que la gente está contenta", explica Maribel Vila, directora del Archivo Municipal.

Así, la sala de consulta vuelve a estar abierta al público, a la cual se entra y se abandona a través de un recorrido predefinido para evitar que los usuarios coincidan en los accesos. Mediante un sistema de consulta basado en la cita previa a través del correo electrónico (archivomunicipal@malaga.eu), la ciudadanía solicita la documentación que quiere consultar y se le asigna una fecha y hora de visita, dentro del horario habitual del archivo, de 10 a 14 horas.

De esta forma, el personal del archivo acude al depósito y prepara todo el material requerido, de manera que cuando el usuario llega al archivo y espera a ser atendido, los documentos le están esperando en la mesa de trabajo que se le ha reservado. "Así limitamos la deambulación del personal por la sala", explica Maribel.

Asimismo, el aforo se ha reducido a 12 plazas de las 36 que suele haber disponibles normalmente, permitiendo solo dos personas, una en cada extremo de la mesa para guardar la distancia de seguridad. El uso de mascarilla y guantes es obligatorio durante toda la estancia, equipada con geles hidroalcohólicos y, en cuanto a los empleados del archivo, todos los escritorios y mostradores están protegidos con mamparas de metacrilato.

Documentación en cuarentena

Una vez que la persona que acude a hacer la consulta finaliza sus pesquisas, la documentación empleada se aparta al finalizar la mañana se pone en cuarentena. Según la directora del archivo, "se deja que se inactive el virus porque son documentos que tienen cinco siglos, seis siglos...".

Cuando la ciudadanía abandona la sala tras la consulta, los empleados del archivo retiran el material y giran la silla utilizada, de manera que el personal de limpieza localiza rápida y fácilmente cuál es el asiento que se debe desinfectar.

En el caso de usuarios enfrascados en investigaciones muy prolongadas y que requieren el examen exhaustivo de numerosas fuentes documentales, la solución para compatibilizar el ritmo de trabajo con el necesario aislamiento del manterial usado ha sido la planificación y la alternancia en la consulta de volúmenes. "Usuarios que llevan aquí viniendo años tienen muchos una investigación muy amplia. Y si no manejan un volumen, manejan otro... El nivel de concienciación de los usuarios es ejemplar, estamos encantados de lo bien que lo están llevando", asegura Maribel Vila.

"Aquí encontramos lo que no encontramos en ningún sitio, hay archivos que no se han abierto desde que se guardaron hace 200 años, es lo que buscamos... algo nuevo que aportar en nuestro trabajo", asevera Antonio González, que ha adaptado perfectamente las medidas de seguridad a su rutina de trabajo. "Todo se hace con buen gusto, teniendo ganas y gustando pues no molesta. Somos pocos, mantenemos las distancias, hay servicio de higiene... estamos más seguros que en cualquiera de las terrazas tan de moda".