En la Málaga prepandémica de principios de 2020, un período bastante breve, el «bicho» campaba ya a sus anchas por todas partes mientras que la palabreja «coronavirus» no era más que un rumor que se colaba con sorna en conversaciones puntuales.

El año había empezado bien para la ciudad, que inauguraba una docena de meses, ni más ni menos, que acogiendo, por vez primera, la 34ª edición de los Premios Goya en el Palacio de Deportes Martín Carpena. Por entonces, la mayor incertidumbre residía en si Pepa Flores iría a recoger el cabezón, que resultó que no.

Para el turismo, los primeros resultados se interpretaron como un buen presagio para el año; en su primer mes los establecimientos hoteleros de la Costa del Sol recibieron a 294.656 viajeros, un aumento de casi el 17%, con un incremento de la presencia del turista internacional.

La previsión económica para este año era de bonanza. La economía malagueña seguiría creciendo por encima de la media andaluza, aumentando el PIB casi un 2%, así lo estimaban desde Analistas Económicos de Andalucía, perteneciente a Grupo Unicaja Banco, los mismos que ahora prevén un desplome de la riqueza que podría llegar al 14%. La sombra del Brexit inquietaba a los economistas pero la pandemia llegó sin avisar. Y entre tanto, Málaga se zambullía en sus carnavales, donde sonaron algunas letrillas que mencionaban al virus de la lejana Wuhan y las calles, terrazas y bares completaron su aforo -sin nadie ser consciente de ello- tranquilamente. Se enterró el boquerón en La Malagueta y nos adentramos en marzo arrastrando el primer caso de coronavirus en Andalucía, un ciudadano oriundo de Sevilla que se había contagiado en tierra malacitana.

No solo hubo 8M

A pesar de esas señales que ahora todos ven con claridad, en la primera quincena del tercer mes, en la capital se celebró de todo: la final de la Copa de España de Fútbol Sala, la convención de la Freakcon (36.000 visitantes), un partido en La Rosaleda contra el Real Zaragoza (22.264 espectadores) y el 8M (15.000 asistentes).

Si quien lee estas líneas aún no se identifica en ningún evento, recuerde que hubo muchas más cosas: La Favorita, una ópera interpretada por el malagueño Carlos Álvarez; el gran referente de los mercadillos vintage con el Red Friday de La Térmica y pasión flamenca en el Teatro Soho Caixabank con la guitarra de Tomatito, entre otros tantos.

El 11 de marzo la Organización Mundial de la Salud (OMS) dejó de hablar de epidemia y empezó a calificar el asunto como pandemia. Lo que ocurrió poco después, todo los recuerdan. El viernes se anunciaba y el sábado 14 de marzo se decretaba:España había entrado en estado de alarma y el #quédateEnCasa se propagaba por las redes sociales.

Seguidamente el alcalde, Francisco de la Torre, pedía «colaboración» entre todas las administraciones y garantizaba el apoyo de Málaga «sin reserva alguna».

Después llegaron los cierres, las cancelaciones y las suspensiones, una tras otra. Los más flagrantes y los que más se postergaron en el tiempo, a la espera de no tener que tomar la inédita decisión, fueron la Semana Santa y el Festival de Cine, igual ocurrió con la Feria de Málaga.

En abril los titulares hablaban de pérdidas millonarias en el sector turístico y hostelero. Solo en el primer mes de confinamiento, el sector de la restauración malagueña lamentaba pérdidas de unos 300 millones de euros. Una hecatombe de la economía malagueña que se extendió prácticamente por todos los sectores. Superada la desescalada, la crisis del coronavirus ha destruido 37.500 empleos desde abril a junio.

Málaga, zona cero

Desde que se detectase el primer positivo en Andalucía con origen en Málaga, la provincia ha ido despuntando a medida que se desarrollaba la pandemia, llegando a concentrar el 70% de los contagios de la comunidad autónoma.¿Qué factores la hicieron favorable al contagio?

«Esta ciudad, desde sus orígenes, ha sido siempre abierta, acogedora para múltiples culturas, para el 'de fuera', para el turismo», explica Jesús Miranda, director de la Cátedra de Seguridad, Emergencias y Catástrofes de la Universidad de Málaga, que además califica la crisis del coronavirus como un riesgo biológico, con unas características muy similares a las de un ataque bioterrorista. «Tenemos muy buenas infraestructuras para venir a visitarnos, un gran puerto, un buen aeropuerto, Trenes de Alta Velocidad y autovías. Eso obviamente aumenta el riesgo de que se exporten casos y personas infectadas». Según Jesús Miranda, las pandemias, junto a los incendios forestales, las inundaciones y los terremotos «van a marcar nuestra principal preocupación» en el futuro. Sin embargo, este investigador recalca que aún es pronto para determinar si el coronavirus será «lo peor» que haya vivido Málaga. «Aún no ha terminado y desgraciadamente puede empeorar», lamenta Miranda.

«El problema es que estamos tratando con un 'enemigo invisible' y silencioso que no tiene fronteras. Es un Riesgo Biológico, y un riesgo de esta tipología provoca mucha ansiedad en la población dada la sensación de vulnerabilidad que supone». De hecho, la provincia ya combatió numerosas epidemias de peste, tifus, cólera, disentería o fiebre amarilla entre los siglos XIV y XX, cuando los barcos mercantes y las galeras traían las infecciones con ellos.

Además, la población malagueña ha superado terremotos y varias inundaciones. «Se hace especialmente pronunciada la sensación de falta de control. Aquí se da una dosis de aislamiento social. Eso nos proporciona una percepción muy ansiógena, puesto que no vemos un final claro».

¿Y en otoño?

En el ecuador del verano, es inevitable mirar hacia el otoño con cierta inquietud, cuando un resfriado sea fácilmente confundible con los síntomas de la Covid-19 y la gripe salte a la palestra. Aún así, por ahora pocos se atreven a afirmar o rechazar con rotundidad que será el escenario de una segunda oleada. «Ya no se puede confundir [el coronavirus con la gripe]. En febrero llegaba una persona sospechosa, no había una prueba específica, entonces se hacía una tabla de pruebas de descarte. Ahora directamente se le hace una PCR. La situación es completamente diferente», tranquiliza el epidemiólogo Eduardo Martínez. Por otro lado, hay menos desconocimiento del comportamiento del virus y los sanitarios saben mejor cómo enfrentarse. «Poder contar con métodos diagnósticos, poder realizar ese rastreo, el tener a los hospitales ya preparados, son elementos que nos dan seguridad», afirmó el presidente del Colegio Oficial de Médicos, Juan José Sánchez esta semana. Evitémoslo, prudencia.