En 1985 los destinos de Salvador Dalí y Enrique Tierno Galván se cruzaron y de esa intersección -que hoy definiríamos con la desgastada palabra 'sinergia'- surgió la plaza de Dalí de Madrid, al parecer la única en el mundo diseñada por el genio de Figueras.

Situada junto al Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid, como muchos saben los dos elementos principales de este gran espacio son una escultura que representa a Isaac Newton y el llamado 'Dolmen de Dalí', tres grandes columnas de granito que soportan un gran dolmen, palabra de origen francés y probablemente bretón que significa 'mesa de piedra'.

El 'Dolmen de Dalí', la estilizada 'mesa de piedra' del artista catalán, simboliza el origen de la búsqueda científica en la noche de los tiempos.

El autor de estas líneas está convencido de que a Dalí le fascinaría el arbóreo espectáculo que estos días puede verse en los Baños del Carmen, porque una construcción natural parece superar, en su surrealismo, el dolmen de la plaza madrileña.

Hablamos de un viejo eucalipto, que si bien no ha sido hendido por el rayo, sí que está seco y despeluchado. Exhibe su tiesura en una zona relativamente próxima a las desaparecidas pistas de tenis y lo llamativo del ejemplar es que está coronado por un gigantesco nido comunal de cotorras argentinas.

El complejo avícola y hotelero se ha adaptado al par de ramas que subsisten y luce combado, como una gigantesca haba.

Dalí, tan aficionado en sus cuadros a las muletas y soportes, sin duda quedaría cautivado ante este prodigio de muchos kilos de peso, que parece la versión cotorril de su dolmen o quizás la de sus famosos relojes derretidos.

Cuestión aparte, y dado que hemos mencionado a Newton hace unas líneas, es que la ley de la gravedad se materialice y el nido tome tierra de forma brusca.

El Balneario del Carmen está cada día más frecuentado, a pesar del coronavirus, sobre todo tras la comunicación de la calle Bolivia con la playa del antiguo camping, que se ha llenado de bañistas.

Si con el trasiego del verano coincide el paso de algún peatón con el descenso a tierra del nido, tendremos un dramón.

El Ayuntamiento ‘desalojó’ hace años un nido gigantesco, de muchas decenas de kilos de peso, de un veterano eucalipto junto al Colegio Ciudad de Jaén, en Churriana.

No estaría de más que nuestro Consistorio, la Demarcación de Costas o el negociado competente dictara una ‘orden de desalojo’ del nido comunal e incluso que Parques y Jardines comprobara la estabilidad del eucalipto, no se vaya a caer junto con el nido ‘con todo el equipo’.

Sería, quién lo duda, una escena surrealista digna del mejor Dalí que hasta el insigne pintor querría ahorrarse.