Un nuevo golpe al narcotráfico demuestra la importante conexión entre el crimen organizado sueco y la Costa del Sol. La Policía Nacional y la Guardia Civil han detenido a diez personas y ha intervenido 714 kilos de hachís, 226 de marihuana, medio kilo de anfetaminas en polvo y más de un centenar de cajas de medicamentos, además de 13 relojes de gama alta, 14 vehículos y 136.507 euros en efectivo. Las pesquisas también ha revelado que el grupo tenía contactos con clanes dedicados a la producción de cocaína en la selva de Perú que planeaban hacer llegar a la organización varios envíos de droga para su posterior distribución, pero el cierre de fronteras por la Covid-19 frustró los planes.

La investigación afloró en primavera con dos envíos de droga a Suecia por paquetería desde Mijas y Estepona por parte de una mujer holandesa. El primero contenía 5 kilos de marihuana y 300 gramos de hachís y el segundo, otros 5 kilos de marihuana. Los investigadores averiguaron que detrás de este modus operandi había una organización integrada por miembros de distintas nacionalidades, principalmente suecos, que vivían a todo tren en la Costa del Sol. La mujer de los paquetes vivía en Marbella y que entre 2018 y 2019 realizó numerosos envíos a Suecia. Paralelamente, la policía noruega interceptó un paquete enviado por ella desde Mijas hasta Suecia con 4,5 kilogramos de marihuana. «Estos envíos estaban vinculados con quien resultó ser el líder del grupo, un sueco sin trabajo conocido con numerosos antecedentes en su país y que vivía en una casa de lujo de Benahavís», explicaron. Los seguimientos permitieron comprobar que acudía a varios gimnasios de San Pedro Alcántara, en Marbella, donde se reunía con otros miembros de la organización.

Su labor consistía en la planificación de las acciones delictivas, entre ellas la introducción de hachís desde Marruecos y la compra en España de marihuana para su distribución a otros países. Uno de sus contactos más importantes era un transportista que contaba con una flota de camiones tipo góndola para transportar vehículos. En mayo del año pasado, la policía aduanera de Alemania interceptó en un control fronterizo en el puerto de Lubeca, justo antes de ser embarcado en un ferry con destino a Suecia, de 92 kilogramos de hachís ocultos en un vehículo que portaba uno de estos camiones. En noviembre, los agentes detectaron varios contactos del principal investigado con un noruego residente en Benalmádena y otros de nacionalidad letona, interviniéndole a uno de ellos 135.000 euros en efectivo que supuestamente componían el pago de un envío de droga. Días después, el principal investigado y el hombre al que se le incautó el dinero fueron detectados entrando en una nave industrial de San Pedro Alcántara, de donde salió conduciendo un vehículo que fue interceptado en Loja (Granada). Los agentes localizaron un doble fondo con 30 kilos de hachís y seis de marihuana. En el registro del piso de Benalmádena se halló una instalación para el tratamiento y empaquetado de marihuana, sobres de correos preparados para su envío a Noruega y seis cajas que contenían envases idénticos a los utilizados por la marca legítima y que contenían 12 gramos de marihuana picada y lista para su consumo. También se hallaron más de 80 cigarrillos de marihuana envasados al vacío que el investigado introducía en viales y enviaba Noruega. Se hallaron varios miles de viales de cristal, de plástico y de caucho y envolturas de papel de fumar con filtro preparadas para rellenarlas de marihuana, además de básculas de precisión.

La nave industrial de San Pedro Alcántara era el centro de operaciones desde donde partía la mayoría de los envíos hacia Suecia. Allí realizaba todo tipo de trabajos de construcción un investigado de nacionalidad estonia y mano derecha del cabecilla. Utilizaba todo tipo de herramienta industrial para construir estructuras de metal, cemento, madera o plástico, además de encargarse de fabricar dobles fondos en los vehículos.