­Miedo, incertidumbre, nerviosismo, desconfianza... Los docentes inician el curso escolar más extraño que se recuerda. Vuelven a estar frente a los alumnos sin pantallas de por medio después de que el coronavirus hiciera descarrilar todo lo programado entre marzo y junio pasados. La mayoría coincide en que es fundamental volver a la presencialidad y así lo han hecho ya los alumnos de Infantil, Primaria y Educación Especial y esta próxima semana lo harán los de Secundaria y Bachillerato. Para ello, se han habilitado medidas higiénico-sanitarias que no convencen a todos. Pero, más allá de este debate, ¿están alumnos y profesores preparados para este curso?

Sergio Banderas, profesor de Informática en el IES Campanillas y Mejor Docente de España de FP en los Premios Educa Abanca, cree que los profesores tienen muchas ganas de volver a dar clase aunque la situación no sea la normal y apuesta por tratar de adaptarse y afrontar este curso como un reto nuevo, sacando lo mejor posible.

En su caso, su centro se ha acogido a la opción semipresencial para Formación Profesional y Bachillerato para garantizar la distancia en clases que suelen tener 30 alumnos. Así, los estudiantes acudirán a las aulas semanas alternas. «Al venir una semana al centro podemos atender sus dudas de manera más personal y mantenemos ese contacto», explica Banderas.

Por su experiencia, destaca que la tecnología permite muchas modalidades de enseñanza pero ahora es importante cuidar también el lado emocional del alumno. «La situación de marzo nos desbordó a todos y a muchos emocionalmente», recuerda.

Aunque cree que ahora, al habernos acostumbrado a esta situación «rara», habrá menos problemas de ansiedad, ve muy importante que los docentes hagan sentir a los estudiantes otra vez que forman parte del sistema educativo. «La incertidumbre a los alumnos les causa mucha ansiedad. Hay que darles apoyo y, por supuesto, más aún a los estudiantes con necesidades especiales», subraya.

Coincide con esta opinión el pedagogo Enrique Sánchez, que recuerda el importante papel que jugaron las familias el curso pasado y que repercute ahora en el nivel de los alumnos. «Las desigualdades que ya veíamos se habrán acrecentado. Por eso, como docentes tenemos que ser capaces de personalizar la enseñanza», dice. «Más que profesores tenemos que ser educadores y la parte emocional hay que contemplarla», añade.

Una personalización de la educación que, sumada a la incertidumbre, lleva a la necesidad de ver el currículum como un elemento flexible. «El currículum es ahora una hipótesis. Hemos hecho un plan y vamos a ver si se concreta o no», explica el pedagogo. Para él sería fundamental 'podarlo'. Quedarse con lo esencial.

Una de las claves en su opinión es detectar en este inicio de curso en qué momento está cada alumno a nivel curricular y emocional y dar a cada uno la respuesta que necesita. «Los grupos siempre son diversos pero esas diferencias pueden haberse incrementado», apunta.

Por su parte, Sergio Banderas insiste en ver las oportunidades de la situación y destaca sobre todo el haber aprendido a estudiar y trabajar a distancia. Un sistema que conlleva saber organizarse, gestionar el tiempo o desarrollar la capacidad de concentración. «Al trabajar solo ante un ordenador también hay que evitar la temida procrastinación a lo que da mucho pie estar en casa», advierte.

Aprender a teletrabajar

En su ámbito, la informática, el teletrabajo se está imponiendo e incluso las empresas en las que sus alumnos realizan prácticas han vuelto a reclamarlos pero a distancia. «Quiero ver este cambio como un reto y una oportunidad de simular escenarios del teletrabajo profesional. La FP quiere proyectos que simulen al máximo el entorno profesional», explica Banderas.

En el tema de la comunicación, el también profesor Enrique Sánchez no pasa por algo que las familias van a necesitar más contacto en este curso que «no va a ser normal». Y en cuanto a los profesores, aunque admite que es complicado dar consejos prácticos, invita a tener presente que habrá que reinventarse e ir aprendiendo sobre la marcha. «Ese es el gran miedo de los docentes. Que ahora se pueden encontrar que lo que antes funcionaba ya no les sirve por el estado emocional o por las medidas de distancia», dice en referencia por ejemplo a los trabajos o dinámicas de grupo.

Como positivo destaca que los profesores están ahora más preparados, se ha mejorado la previsión ante lo que pueda pasar. Además, cree que la incertidumbre servirá para que se aproveche más el tiempo. «Vamos a ir a la esencia, a aprovechar cada minuto. Porque a lo mejor dentro de un mes no estamos. Esa mentalidad puede ser positiva», concluye.

Igualmente, el profesor del IES Campanillas ve también una oportunidad para sacar a relucir la gran necesidad de más presupuesto en educación. «En estos momentos se ve la falta de inversión», señala y reclama más dinero para los centros pero de forma eficiente, consultando a los equipos directivos y al profesorado sobre sus necesidades. Un mensaje para tener en cuenta ahora que empezarán a negociarse los presupuestos andaluces. Para que el debate abierto sobre la educación no se quede en palabras.